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52 IN F IE R N O , VERDAD «E T E R N A » mente m etafísica la term inación y toda mu tación o cambio sus­ tancial en lo que es esencial a aquella situación lograda. Con esto llegamos al concepto teológico de «eviternidad» abso­ lu ta y tota l del infierno, considerado como situación espiritual so­ brenatural de los condenados. Comenzada esta situación por efecto del juicio de Dios, se ha de continuar con exclusión ya antecedente, de todo térm ino y de todo cambio que afecte a lo sustancial de aquel estado. Y como se trata de una situación evidentemente so­ brenatural del hombre, la anterior afirmación se tran sform a en esta obra: Dios ha decretado (= p e rm itid o ) la eviternidad absoluta y m etafísica del estado de condenación y nos ha revelado a nosotros que esta su voluntad y decisión una vez tom ada, ya n o será su sti­ tu ida por otra decisión divina que suprima el infierno term inando con el estado de condenación, ba jo cualquier hipótesis en que nos colcquemos. El dogma católico no deja n ingún subterfugio razonable para la apocatástasis «propiamente dicha » : n i como tesis, n i como h ipó­ tesis, n i como posibilidad real de que tal apocatástasis haya de ser alguna vez solución final al problema del destino final de algu ­ nos hombres. Hablamos de la apocatástasis «propiamente dicha», y creemos necesario explicar y m a tizar bien la term inología en este punto. Y a anteriormente lo juzgábamos necesario para entender la «tendencias apocatásticas» que circulaban entre teólogos protestantes y, en form a más m itigada, aun entre católicos no teólogos. Advertimos, final­ m ente, que hab lam os aquí del posible destino de los hombres, sin decir nada del destino final de los demonios. Hablando, pues, del destino final de los hombres decimos: 1. La apocatástasis en sentido origeniano ya estudiado, es contra la fe ; y en este sentido creemos ya está superada en cualquier Iglesia cristiana. En este caso la apocatástasis a firm a que, aun da­ do el hecho de que algunos hombres lleguen a entrar en el estado de condenación y muerte eterna, sin embargo, Dios, por medios m iste­ riosos, llegará a salvarlos también a esos. Esto no se puede soste­ ner n i como «tesis», n i como hipótesis o posibilidad. Es decir, no se puede decir que ciertamente Dios los librará de la condenación que un día sufrieron. Ni tampoco afirm ar que muy posiblemente o que tal vez... Dios los libere. La posibilidad de tal acto divino de liberación del ya condenado está positivamente excluida por el dog­ m a de la eternidad del estado de condenación. 2. Apocatástasis como salvación universal de todos los hombres. Así parece que la entienden en muchas ocasiones. La teología de los

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