PS_NyG_1963v010n001p0003_0056

48 IN F IE R N O , VERDAD «E T E R N A » De estas afirmaciones de K . Barth se desprende que en el orden objetivo todos los hombres han sido elegidos en Cristo. La diferencia es puramente circunstancial y relativa, no puede pensarse en que la contraposición elegido-réprobo sea definitiva. Aunque ellos lo quieran y aunque ellos ignoren su auténtico destino, los réprobos lo son sólo ad tsmpus. No se puede esperar de ellos que fustren el plan de elección en Cristo “ . Por diversos cam inos todo viene a corro­ borar la única predestinación de todos en Cristo. Barth no se cansa de estudiar en los ejemplos de la Biblia. Hay allí individuos y pue­ blos «elegidos» y «otros» que no lo so n ; pero, en definitiva, cada uno por su cam ino, todos vienen a unificarse en Cristo e ilustrar la elección de El y de todos en El 45. En Cristo no h a y n ingún réprobq; aunque el hombre lo ignore, aunque quiera con su conducta reno­ var la reprobación no lo logrará : ésta se cumplió toda ella en Cris­ to. Así lo testificarán todos los hombres, en ú ltima instancia. Los creyentes desde la luz de la gracia, y los «otros» desde la oscuridad de su rebeldía estéril. K . Barth rechaza expresamente la apocatástasis, pero en la fo r­ m a de hacerlo no implica que adm ita la reprobación eterna de a l­ guien. No se puede recurrir a la apocatástasis porque ella implicaría que, según leyes o decretos divinos abstractos Dios debería salvar a todos; o como si la salvación universal fuese una consecuencia in ­ evitable del poder y bondad infin itos que existen en Dios. No hay m ás poder, n i más gracia, n i n ingún decreto divino, sino lo que Dios hace en Cristo, eligiéndole a El. Por otra parte, tampoco puede afir­ marse que todos sin m á s se salven, n i puede tampoco hablarse de un numerus clausus de predestinados. La Iglesia no debe hab lar de apocatástasis, pero tampoco puede hablar de la impotencia de 44. Aunque el «réprobo se rebele contra Dios 7 quiera fustrar sus planes no podrá», er kann aber die von Ewigkeit her gefallene Entscheidung Gottes... nicht rückgängig machen, nicht umkehren... er kann vor Gott wohl fliehen... er kann keine die Wahl Gottes aufhebende Tatsche schaffen», aunque pueda huir de Dios, rebelarse, odiarle, no conseguirá fustrar la elección de Dios, ibid., p. 348, y loe. cit. passim. La distinción entre la elección divina del «elegido» y la del «rèpro­ bo» es sólo relativa, como repite con frecuencia, p. 386. 45. En la Historia bíblica de Salud los «réprobos» colaboran con los «elegidos» para realizar la Elección de Dios en Cristo, pp. 391-453. Especialmente alecciona­ dor es el ejemplo de Judas en el N. Testamento. Barth estudia esta enigmática y ambivalente figura del «traditor» como prototipo del «réprobo» que, en realidad, no sería más que uno que cumple la elección «por otros caminos»; pp. 508-563 des­ arrolla Barth el más amplio y profundo «tractatus de luda proditore» de que haya memoria

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz