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42 IN F IE R N O , VERDAD «E T E R N A » Tiene además consecuencias contrarias al dogma de la un ión h ipo s- tática (D . 204). Donde m ás gravemente se pone Orígenes a la Tradición es en a fir­ mar la reiteración del tiempo de prueba para la libertad humana. Con ello atentaba con tra una verdad profundam ente enraizada en la Biblia, donde no se conoce otro tiempo de prueba para el hombre m á s que este estado de unión de cuerpo y a lm a. Con ello, toda la H istoria de Salud, toda la presente Econom ía de salvación per­ día su ú ltima responsabilidad y se despoja de su mayor gravedad y seriedad a las amonestaciones constantes de la B iblia a temer el ju icio de Dios y a inculcarnos la inm ensa reverencia que debemos tener ante el Dios que nos invita a la entrega en la fe y en amor. F inalm ente, la temporalidad de las penas in fernales también es ine­ vitable en el sistem a de Orígenes. El Papa V igilio condenó la doctrina origenista expresamente en cuanto se refiere a este pun to : sea ana ­ tem a el que afirme la apocatástasis de los demonios y de los malos, con la consiguiente cesación de los torm entos que su fren (D . 211). Lo característico de la apocatástasis origen iana es pues, su en cua - dramen to sistemático en las ideas p la tón ica s; su tendencia apolo­ gética de la Bondad divina y exaltación de la libertad h um an a ; las caídas y restauraciones sucesivas que suponen la inestabilidad eter­ na del destino en los malos y en los buenos. La apocatástasis de Orígenes fue aceptada, en su núcleo funda ­ m ental, por otros escritors antiguos.. Es digno de mención Gregorio de Nisa. En él la apocatástasis es despojada de todo residuo p lato ­ nizante. Rechaza el Niseno la preexistencia de las alm as y el eterno retorno de restauraciones y caídas. Tampoco adm ite que esta apo­ catástasis sea resultado necesario de la infinita bondad de Dios y de la fragilidad hum ana insuperable. La adm ite simplemente co­ m o un hecho consolador derivado de la inmensa liberalidad y li­ bertad divina, que nos habría m an ifestado éste su designio por el hecho de la redención de Cristo: su muerte por todos y la re­ surrección de todo lo creado en El. La apocatástasis del Niseno bro­ ta del interior m ismo del M ensaje cristiano de salvación, como una conseciencia — en sen tir de él— de la amplitud cósmica y total con que se nos ofrecen en el Nuevo Testam en to la redención y resurrec­ ción de todas las cosas en Cristo 29. Explícitamente condenada la for­ m a origen iana de la apocatástasis, esta otra del Niseno sería la 29. Los seguidores de la apocatástasis rehuyen, en general, apoyarla en la ideología platónica de Orígenes, Cfr. Q üasten , ob. cit. II, 90, 92, 103, 181 274, 304. B ardy , loe. cit., pp. 230-236.

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