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40 IN F IE R N O , VERDAD «E T E R N A » tiempos m e sián ico s: V ida paradisiaca, la paz, el reino davídico, nuevo templo, ciudad san ta , culto de Yavé. Todo ello lo traerá el Mesías. Pedro dice que ahora precisamente y en Jesús de Nazaret, da Dios un respiro de alivio a aquellas esperanzas, restableciendo-instaurando en Jesús todo. Este «todo» incluye también la conversión del Pueblo a su D io s; pero no parece dar pie a esperar que todos los hombres se hayan de convertir algún día y m enos aún los afectados por el juicio escatológico de Dios, o el m ismo diablo !7. T a l vez S. Pablo aluda a esta «apocatástasis» de Hech. 3, 21, en su idea de Cristo nuevo Adán , Padre de la creación nueva (Rom . 5, 18). Lo m ism o en su descripción de la apoteósis triun fal de Cristo en (I Cr. 15, 20 ss.). Pero sería siempre una restauración -instauración al modo indicado: conversión y apocatástasis interna de los que Dios eligió para sí en Cristo. No hay base n inguna para una apocatásta­ sis de tipo origeniano o moderno en el pensam iento de S. Pablo. 2. Apocatástasis en Orígenes. La apocatástasis que propugna Orígenes se diferencia netam en te de la que menciona el N. Testam ento, tan to en su contenido como, sobre todo, por los fundam en tos sistemáticos en que es apoyada. Dos principios fundam en tales dom inan la escatología de Oríge­ n e s: Dios como Suma Bondad y la libertad hum ana . Porque h ay li­ bertad en los seres creados por eso hay m a l y pecado en el m undo ; pero la Suma Bondad no puede perm itir el triun fo definitivo del mal. La libertad de los seres espirituales subsiste siempre, y por eso se reitera siempre de nuevo el pecado y la actuación de la Bondad divina que tiende a elim inarlo. Así indefinitivamente por los siglos de los siglos. En este «siglo» o «eón» en vivimos existe el m a l, el su frim iento y el pecado por deficiencia de la libertad creada. Pero la Bondad divina no lo quiere positivamente y llegará a elim inarlo. Unicamente ahora, en el tiempo de prueba, lo perm ite subsistir y orooagarse como medio medicinal y pedagógico para educar a los hombres y atraerlos al bien. Si Dios perm ite el pecado es ún icam ente en v ista a esta u ti­ lización pedagógica y medicinal del m ism o : para que el hombre conoz­ ca sus lím ites, su m iseria y vuelva a Dios. Estas ideas, aplicadas ex­ clusivamente a lo que llam am os estado de viador, n o ofrecen d ifi­ cu ltad ; pero Orígenes, impulsado por el a fán de sistematizar, las 27. LTHK, «apokatastasis». I, 708-712. Kittel, THW z NT. «apokatastasis», I, 388ss.

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