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A L E JA N D R O DE V IL L A L M O N T E 39 ritu. El pensam ien to del infierno corre muy de cerca el peligro de fo ­ m entar una moral de temor servil, de pequeñez de espíritu, de ba ja calidad, en una palabra. Por otra parte, los que viven fuera de la Iglesia apenas pueden sentir m ás que repulsa ante sem ejan te verdad. N inguna otra religión impone la creencia en una verdad tan inquie­ tante para esta vida y aterradora para la otra. Es muy difícil acomo­ darse a creer que la historia de la humanidad ha de term inar en una estridencia eterna, como que supone el infierno. Leibniz y Renán veían en el infierno un motivo de distanciamento de la Iglesia católica. Unamuno encontró también en este dogma católico un impulso de­ cisivo para la crisis religiosa que no superó en toda su vida Dado el ambiente que hem os descrito muchos de nuestros contemporáneos podrían llegar a sentir un desagrado e incluso una crisis religiosa sim ilar. III. EL PROBLEMA TEOLOGICO DE LA APOCATASTASIS Las objeciones que acabamos de recoger flotan en el ambiente. Todas ellas tienden a poner un poco entre paréntesis eso de que el infierno sea rigurosamente eterno. Se piensa secretamente que tal vez Dios tenga en reserva «otra solución», que no ha creído conven'ente decirnos con claridad, pero que sin duda se esconde en las honduras de su Bondad in fin ita . Es lo que hemos llamado mentalidad o sen ­ sibilidad apocatástica, que en form a imprecisa, pero real, se puede llegar a detectar en muchos de nuestros cristianos contemporáneos. Por ser un tem a de actualidad y no m era curiosidad histórica, por eso nos vamos a detener un poco en la exposición de las tendencias apo- catásticas de nuestro tiempo y en cotejarlas con la doctrina de la Iglesia. 1. Apocatástasis en el N. Testamento. En Hech , 3,21 hab la Pedro de la «restauración de todas las cosas», (apokatastasis) en Jesucristo. «Apokatástasis» , en su sentido gram a ­ tical sign ifica la restauración o reintegración de una cosa a su esta­ do prim itivo, de cualquier m anera que ello acontezca. También el retorno periódico de algún acontecim iento puede ser una «apokatás- tasis». En el texto citado de los Hech. significa la instauración -restitu - ción (ambas cosas) de todo aquello que los judíos esperaban para los 26. Ofr. Diario, I, p. 57-58. Obras completas, ed. Aguado, tom. n , p. 68.

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