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A L E JA N D R O D S V IL L A L M O N T E 31 determ inadas por ambas partes. Ahora el in fierno es una incum ben ­ cia exclusivamente hum ana , algo que le sucede solamente al h om ­ bre y por su cuenta y riesgo. Lo m ismo que el mal, la negación y el pecado son un paso dialéctico hacia el bien, la afirm ación y la ju s­ ticia, también el in fierno es un paso dialéctico hacia la plen itud h u ­ mana. El hombre no debe tener inconveniente en experimentar lo abyecto, la desesperación angustiosa, la nausea existencial, el «in fier­ no», en una palabra, para llegar a la experiencia de lo íntegramente h um ano : al saboreo de todo lo humano, llámese «bueno» o «malo». Aquí el infierno h a sido despejado de todo contenido teológico y reducido a un m ano jo de experiencias psicológicas h um ana s: la experiencia del dolor, del dramatismo de la vida, de la contingencia trágica, de la libertad que se goza de en sí m ism a como pura libertad, precisamente cuando la conducta alcanza las profundidas de lo malo. Como si una dialéctica subyugadora e inexorable propusiese la muerte «eterna» como presupuesto necesario de toda verdadera vida espi­ ritual humana. «El cam ino hacia lo alto es el m ismo qae va hacia lo profundo», según decía Heráclito. Finalm ente, para el desarrollo de la idea del infierno «seculari­ zado» sea completa, se h a llegado tam b ién a resaltar su carácter social: «el in fierno son los otros», según frase de Sartre. Los cristia­ nos hab lam os de una comunión de los santos. Tamb ién podemos hab lar de una «comunidad satán ica» de todos los condenados en el in fierno : la ciudad donde todos su fren y todos son fuen te de su fri­ m iento para los demás. Pues bien, puesto el infierno en este mundo, es norm al afirm ar que el in fierno son «los otros», como en la co­ media de Sartre la mayor tortura de los encerrados en el hotel es el estar irremediablemente juntos. Con ello el in fierno adquiere un m arcado aspecto social: el des­ tino trágico de la humanidad soportado por todos y ocasionado por todos. Esta aguda observación psicológica nos ayudará a los cris­ tianos a comprender el problema de la condenación como algo en lo cual todos debemos sentí .nos solidarios. 2. Dificultades cristianas en torno al infierno. Desde ahora nos referimos exclusivamente a las d ificu ltades que un cristiano puede tener fren te al dogma del infierno. El cristiano, m ientras quiera seguir siéndolo, no puede negar la existencia y eter­ nidad el in fierno ; pero no está libre de sentir enormes dificultades en el asen tim ien to a e sta verdad, y en la explicación teórica de la m ism a . En e l orden práctico puede tratar de relegar al in fierno a un puesto m u y secundario y oscuro en el con jun to de las verdades

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