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2 3 IN F IE R N O , VERDAD «E T E R N A » Y a hemos visto cómo el problema del «infierno» h a inquietado la conciencia del hombre durante m ilenios. Podemos pensar nosotros que el hombre medieval vivió con m ás intensidad bajo esta aterra­ dora perspectiva. Pero e l hombre de nuestros días tampoco h a po­ dido superar esta preocupación y la revive secretamente a su modo, con una continuidad que no era de esperar en hombres que n o quie­ ren saber nada de problemas ultramundanos. La religión y la filosofía se han preocupado siempre del problema de los orígenes, del problema de la salvación y del problema de la consumación o de las u ltim idades de la vida hum ana. Son los tres tem as de los m itos religiosos antiguos y tampoco saben prescindir de ellos la reflexión filosófica n i la teología. Y cuando se hab la del problema de la «últimidades» de la vida hum ana la posibilidad y rea­ lidad el «infierno»surge en variadas formas. También en este pun ­ to Jesucristo vino a traer la guerra y no la paz. El «infierno eterno» de que Jesús hab la en su Evangelio, es una idea que no dejará de inquJetar angustiosamente a los hombres viadores hasta el fin de los tiempos. U na de las soluciones al destino último de la vida h um a ­ na es el infierno eterno. (La eterna no-solución ). Así lo dice Dios. Deliberadamente empleamos la palabra «sensibilidad» para de­ signar la zona interior en que el dogma del in fierno provoca reac­ ciones m ás molestas en nuestros contemporáneos. Con ella queremos indicar, ya al p rn c ip io de esta sección, aue las dificultades que el hombre actual siente ante el m isterio del infierno, las soluciones que pretende poner en circulación, no nacen — prim ariam en te— de preocupaciones intelectuales, especulativas, sobre el problema, sino que están provocadas en su origen y m an ten idas después por factores emocionales, por la ley de la repulsa y de la aspiración afectiva, de la selección cordial de lo que es bueno, amable y placentero y por la repuls’ ón de lo doloroso, y estridente. Hay cierta sensibilidad espiritual común a todos los hombres de mediados del siglo X X , cristianos o no-cristianos. Las dificu ltades en tom o al infierno, aunque en grados y m a tices diversos, son frecuen ­ temente comunes. Las objeciones de los n o -cristiano s han surgido en un ambiente y en unos precedentes históricos cristianos. Igua l­ m ente, las dificu ltades de los cristianos acusan con bastan te in ten ­ sidad el impacto de la ideología no -c ristiana . No hemos de olvidarlo en lo sucesivo. n . EL INFIERNO ANTE LA SENSIBILIDAD CONTEMPORANEA

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