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2 4 IN F IE R N O , VERDAD «E T E R N A » E fectivam en te, la B iblia n iega enérgicamente que para los h om ­ bres a quienes aquí y ahora llega el M ensa je de salud h ay a o tra posi­ bilidad u oportunidad de salvarse m á s que esta. T iempo de prueba y de cam ino hacia el destino definitivo no hay más que este que ahora recorre el hombre viador. Term inada su existencia terrenal el hombre particu lar y la hum an idad entera entran en el destino escatológico, absolutamente inmutable. Nadie puede encon trar en la B iblia indicios de que, realizado el juicio escatológico, todavía sea posible alguna variación en las relaciones del hombre con Dios. El NT. especialmente desconoce toda otra Econom ía de salvación posterior a la presente que pudiese venir a comp letarla y m enos sus­ tituirla. Si hay alguna idea fija en toda la B iblia tal vez sería e sta ; la « unicidad » de Dios, la unicidad de la acción sa lv ífica de Dios en Cristo y la unicidad de la oportunidad de salud para todos los hombres en Cristo: Unico Dios, único Salvador, único tiempo-kairós de salud para el hombre viador. Después de estas reflexiones podemos concluir que la «eternidad» del infierno, ya en la mente m ism a de Jesús y de los hagiógrafos, tuvo el sentido de una eternidad en sentido absoluto, metafisico: la «eviternidad» en sentido filosó fico -teológ ico en que la estudiamos en nuestros días. Sin embargo, nos encontramos aquí ante un misterio, y en tal caso se hace inevitable recurrir a la Iglesia y ver cómo ella lee y entiende estos textos. Sólo entonces logramos la seguridad ú l­ tima. El misterio no está tanto en el concepto filosófico de «evi­ ternidad» o duración interm inable, cuanto en la situación espiritual de los condenados y en la posibilidad de armonizarla con la Bondad de Dios. Por eso term inam os diciendo que, según el sentido divino con que la Iglesia entiende la Escritura, el N. Testam en to a firm a la eternidad rigurosamente m etafísica, la eviternidad del infierno como estado sobrenatural de apartam iento de Dios. Más ba jo, al hab lar del problema de la apocatástasis, tendremos oportunidad de completar la explicación sobre la «eternidad» del in ­ fierno. Lo que acabamos de decir nos bastará para comprender ya desde ahora el sentido más inmediato de los textos y lograr la primera seguridad de que el infierno del N. Testam en to es rigurosamente «eterno». 4. El infierno en la Tradición de la Iglesia católica. Como sucede en muchos otros dogm as, también este del infierno ha estado su jeto a un proceso de crecim iento en la conciencia reli­ giosa de los creyentes y de la Comunidad eclesiástica. La conciencia religiosa h a recibido la verdad del infierno, se h a esforzado en en ten

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