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A L E JA N D R O DE V IL L A L M O N T E 23 a parar todos, buenos y malos. Jesús m ismo bajó al hades para ex­ tender allí su acción salvadora 17. Pero al llegar la resurrección de vivos y muertos y term ina el hades y queda sola la «gehenna». Alli van a parar en cuerpo y a lm a los malos. La «gehenna», es preexistente al juicio escatológico y continúa después de él. En su concepto espe­ cífico, distinto del «hades», la gehenna incluye la eternidad. Por eso es tan constante la fórmu la de Jesús que habla de la «gehenna» e terna: fuego que no se apaga y gusano que no muere. Para lograr una ú ltim a seguridad en este punto habría que exa­ m inar el sentido de la palabra «eterno» aplicada a la gehenna y al fuego que allí arde. En primer lugar es indudable que la palabra eterno ha de tener el sentido popular corriente en toda len gu a : un espacio de tiempo inconmensurable, cuya term inación excede los alcances de la imagi­ nación humana. En este concepto popular no se niega ni se afinca la etern idad m e ta física , filosó fico -teo lóg ica : sim p lem en te se pres- ciende de ella, porque no es concepto de adquisíón inm ed iata, sino fru to de reflexión. Es obvio que el infierno del NT. h a de tener una etern idad, al m enos en este sen tido : una duración que supera la computación hum ana norm al del tiempo. La palabra «eterno-aion ios», puede tener también un sentido oue llam aríam os «h istó rico-sa lvífico », específicam ente religioso: el tiem ­ po de salud, el «aión-kairós» que Dios concede a los hombres para que «obren la salvación», bajo la llam ada de Dios. Según esta acep­ ción Jesús habría querido decir: los que no acepten el M ensaje de salvación que Y o les traigo ahora, serán excluidos del Reino de Dios y su compañ ía y destinados a tortura durante el presente tiempo o «aion», Econom ía de Salud. Así pues, en la actual Econom ía de Salud, en virtud del plan de salvación que Dios preparó para los hombres en Cristo, determ inados hombres que no respondan a la llam ada, se­ rán excluidos del Reino y destinados a la gehenna del fuego «eterno», hasta que term ine dicho «aión». Pero nada nos diría Jesús sobre la posibilidad y aun el hecho de que Dios tuviese otro plan de reserva para estos hombres, otro «aión -tiempo de salud» para aquellos. Esta hipótesis hay que excluirla en forma absoluta. T a l vez aquí no nos sirva el insistir tan to en la palabra «eterno-aionios» como tal, cuanto en el contexto remoto y en las ideas básicas de la Biblia so­ bre el plan divino de salvación. 17. I Pet. 3,18-19; 4,6; Ef. 4,8-10; en los símbolos, D. 3, 6, 40, 429. 462. Cfr. LTHK «Höllenfahrt Christi», V, 450-455. E. Stauffer, Die Theol. des NT., ed. 1945, p. 113ss.

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