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A L E JA N D R O DE V IL L A L M O N T E 19 Uu proceso de «desm itologización» de fondo y fo rm a sería indispen­ sable antes de determ inar el sentido preciso del infierno n eo te sta - mentario. No se puede hablar en serio de un fondo autén ticamen te m ítico en la idea neotestam en taria del infierno. En el NT ., donde está tan de relieve la iniciativa personal, la libertad del Dios Padre y la libertad del hombre frente a Dios, todo el fondo de las relaciones D ios-hom bre ha de aparecer necesariam ente limpio de residuos m íticos. Quedamos pues citados, ún icam ente, ante la expresión literaria de dicha verdad y ante sus posibles repercusiones sobre el fondo m ismo de la narración, sobre el sentido e interpretación de lo que quiere decirse. Indudablemente, la verdad sobre el in fierno nos la enseña — a ve­ ces— el NT. en el lenguaje de las parábolas. El texto más usado para demostrar la existencia del in fierno y su eternidad se encuen tra dentro de una descripción parabólico-alegórica del juicio final (M t. 25, 31146). El lenguaje de las parábolas puede sin dificultad y sin adu l­ terarse, utilizar expresiones y formas literarias tomadas del lenguaje del m ito ; aunque habría que estudiarlo caso por caso. Por su m isma naturaleza la parábola y la comparación del estilo hablado popular, no sufren la interpretación estricta del lenguaje científico, técnico. Pero, aún teniendo esto en cuenta, se puede todavía precisar el sentido au­ téntico de la idea neo testam en taria sobre el infierno, incluso cuan ­ do es expresada en form a parabólica o similares. En primer lugar, tenemos el hecho de que son numerosos los tex­ tos del NT. donde la idea de infierno es expresada en la form a directa, sin recurso al lenguaje figurativo y parabólico. Cuando el infierno es llam ado muerte eterna y o tras fórmu las similares ya aludidas, no es posible encon trar n ingún residuo m ítico n i parabólico. Sólo hay el lenguaje « analógico », que es inevitable al hombre que hab la de realidades sobrenaturales y, en cierto sentido, también a Dios cuando hab la a los hombres sobre estos temas. Y ya que el lenguaje «analó­ gico» y directo es más claro que el simplemente parabólico o figurado, él ha de constituir la base de cualquier investigación sobre el infier­ no en el NT. Pero aun el lenguaje parabólico y figurado es apto para expresar hondas verdades, darnos a conocer hondas realidades espirituales, especialmente religiosas. La parábola y la alegoría forman un género literario cuya aptitud y eficiencia para instruir en las realidades religiosas m ás hondas, no se puede poner en duda después de leer los Evangelios. Por otra parte la Ciencia escriturística posee una técnica lo suficientemente desarrollada para determ inar el sentido auténtico de cada verdad que se nos enseña en las parábolas y alegorías. También en el caso del infierno que estudiamos. Aun en los casos en que

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