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1 8 IN F IE R N O , VERDAD «E T E R N A » fierno es una de las posible situaciones en que se pueden encon ­ trar y se encuentran las relaciones de libre intercambio vital entre Dios y su creatura. Si la religión es un diálogo entre Dios y hombre, tal diálogo puede terminarse en el silencio absoluto y dolorido que es el infierno. Y a el hecho de que al infierno se le llame «muerte eterna» y se le contraponga a la «vida eterna» nos expresa el aspecto de dolor, desgracia y perdición total del ser hum ano que esto lleva consigo. Está totalmen te fuera de la mente de cualquier escritor del NT. el concebir una privación de la compañ ía de Dios que fuese neu tra para el hombre, que no le diese según decimos vu lgarm ente, n i pena n i gloria. En la perspectiva de la B iblia toda la vida, felicidad, y salva­ ción del hombre viene de Dios, de la compañ ía de Dios y de la pa rti­ cipación de su vivir divino. No logra ta l compañ ía porque h a pecado y Dios se la n iega, entonces la B iblia no concibe p a ra ese hombre m á s que dolor, desgarram iento del ser, angustiosa «muerte eterna». Para expresar la realidad del in fierno el NT. nos ofrece variadas expresiones, que podemos agrupar en dos series. Una serie de textos nos sugieren la idea del in fierno como realidad interna, espiritual. Todo lo que haya encerrado dentro de este hecho se verifica en el silencio de las relaciones íntimas entre D ios y el hombre. A esta serie se refieren las expresiones que se llam a al in fierno muerte eterna, separación de Dios, condenación, exclusión del Reino de D ios M. Pero encon tram os otra serie de textos en que la realidad del in fier­ no se «dramatiza» localizando el infierno, en un lugar oscuro, lleno de fuego, de gusanos roedores; donde hay llan to y rechinar de dientes de los turturados. El NT. es muy sobrio en escen ificar y sensibilizar el in fierno median te estos elem entos que hab lan a la imaginación y a la sensibilidad hum ana. Pero los elem entos descriptivos sensibles y la dramatización existen. En más de un a ocasión Jesús hab la del in ­ fierno en el lenguaje poético, figurado y dramatizante de las pará­ bolas. A lguien querría tomar pretexto de esta form as de expresión para hab lar de residuos m íticos en la idea neotestam en taria del infierno. Y aun adm itiendo que fuera una realidad de fondo religioso, sin em ­ bargo sería necesario decir que el lenguaje alegórico y figurado de la parábola permite un amplísimo margen de interpretación, por e jem ­ plo, interpretar la idea del infierno como recurso didáctico pe­ dagógico de Jesucristo para inculcar determ inadas ideas religiosas y morales. 13. Cf. los textos de las dos notas anteriores y Mt. 7, 23 ; Ef. 5, 5 ; I Cor. 6, 9 ; Mt. 13,40 ss.; Me. 9,42 ss. 14. Mt. 13,42-50; Le. 16,28; Apoc. 20,9-14; 21,8; Mt. 8,12; 22,11; Mt. 25,46; Me. 9, 42-47.

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