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A L E JA N D R O DE V IL L A L M O N T E 15 Dios y de exultación por parte del hombre, viene el segundo momento esencial: exigencia de Dios y respuesta del hombre que se entrega a Dios en la fe 8. Es evidente que la situación del hombre que acepta la Salud de D ios h a de ser tota lm en te d iferente del que n o la acepta. El amor salvífico de Dios es inviolable, santo, dom inador del corazón humano. Podría pensarse en la evasiva de que el hombre, inevitable­ mente, acepta la Palabra de D ios y se en trega a ella. Pero esto pone en peligro la libertad hum ana que la Biblia afirm a. Además, ta l re­ curso está en contra de lo que con tinuam en te a firm a y supone el N. Testam en to de que el hombre puede endurecer su corazón y lo endurece obstinadamente ante la llam ada de Dios 9. B) El hombre ante el juicio de Dios El juicio de Dios comp leta la idea de la Palabra de D ios imponién ­ dose autoritativam en te al hombre y exigiéndole la m áx im a respon­ sabilidad. El Señorío y Dom inio regio de Dios en el hombre se m an i­ fiesta, entre otras formas, en que Dios es el único que puede proferir el ju icio final, exacto y defin itivo sobre las conductas hum anas. Apenas será necesario insistir en e sta idea tan reiterada. La ven ida del Señor Jesús a juzgar a los vivos y a los muertos es un «artículo» de nuestra fe 10. Todos los numerosos textos en que se nos habla del ju i­ cio que D ios y el Señor Jesús ejercen el mundo, ponen de relieve el hecho de que la sentencia o juicio de Cristo sobre las conductas hu ­ m anas no es siempre, y menos necesariamente, aprobativo y absolu­ torio. El ju icio puede adoptar y adopta el carácter de sen tencia con ­ denatoria para muchas de las conductas h um ana s: para los malos. La sen tencia tiene carácter de «condenación» defin itiva e inapelable de las conductas humanas. El que se hable sobre el ju icio «universal», m á s que sobre el particular, no tiene importancia en este caso. In ­ cluso se mencionan actitudes hum anas concretas, pecados del h om ­ bre que desde ahora se declaran ya totalmen te desaprobados en el juicio futuro de D ios u. 8. Cfr. Alejandro de Villalmonte, La teología Kerigmática, Barcelona-Herder, 1963, pp. 19-41. 9. Ex. 10, 1; Rm. 2, 5; Mt. 3, 1-12 par.; Mt. 12, 38-45; Mt. 21, 33-46; Mt. 22,1-14; Mt. 23,34-39; Me. 4,1-20 par.; Mt. 13,13-15. 10. Me. 8,38; Le. ¡>,¿6; I Tes. 3,13; Mt. 24,30; Mt. 25,31-46; Mt. 19,30. Los otros textos bíblicos y reflexiones teológicas sobre la Segunda Venida del Señor pueden verse en M. Schmaus, Teología Dogmática, Trad. de edic. Rialp, Madrid 1961, VII, pp. 124 ss. 11. Mt. 25,31-46; 2 Tes. 1,9; I Cr. 6,9; Gal. 5,19-22; Jn. 3,36; Jn. 5,29; Apoc. 2,9; Apoc. 22,15; Mt. 24,48-51; Jud. 11-13; Apoc. 21,8.

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