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332 C R O N IC A DE L A X X I I S E M A N A . pos en el Nuevo Testam ento. Por eso un análisis de la tarea episcopal a la luz de la Sagrada Escritura ha de tener en cu en ta : 1) La po tes­ tad apostólica de los doce elegidos por Jesús — jun to con Pablo— <en lo que esa potestad encierra de esencial para la vida de la Ig lesia ; 2) los poderes concedidos a los delegados de los Apóstoles, v. gr., a T imoteo y T ito, y las reglas que a éstos se les dan para el buen go ­ bierno; 3) la función seden taria de los je fe s locales de cada Iglesia, cuyo rasgo más saliente es la vigilancia pastoral sobre el rebaño de Cristo. La situación dogm ática de los obispos a la luz de la Sagrada Escritura sería la sigu ien te : 1) Los obispos h an de tener a su cargo una iglesia local como supremos responsables de la m ism a , en cuanto su ­ cesores de los epískopoi. 2) Por acumular los poderes de los apóstoles en sentido lato, poseerán la potestad de constituir presbíteros en la propia iglesia. 3) Junto con los otros obispos — colegialmente— son autoridad suprema en la Iglesia, por ser sucesores de los Apóstoles escogidos por Jesús. En esto se fundará su in falibilidad colegial y su condición de columnas de la Iglesia, que les exige un a perfección espiritual calcada en la imagen del Buen Pastor. 4) Se juzga un h e ­ cho necesario la acumulación de las potestades supremas apostólicas en los rectores de las iglesias locales. Pero la Sagrada Escritura no da pie para afirmar como de derecho divino la sucesión apostólica p re­ cisamente en los obispos residenciales. La posible no necesidad de esta conexión sería un fundam en to para que no resultara inverosímil que el Colegio episcopal tuviera miembros sin iglesia propia. Quizás se encuentre así una razón de ser muy eclesiástica para entidades apos­ tólicas superlocales (piénsese en la exención), que no están sometidas al obispo en cuanto superior loca l; pero que eviden tem en te sí lo e s ­ tán en cuanto el obispo es parte del Colegio episcopal. El P. Justo Collantes, S. J., estudiando La sucesión de los apóstoles en la Iglesia primitiva, trató de ilum inar el m odo de la sucesión pa r­ tiendo del hecho escatológico-tem poral de la Iglesia que exige un equi­ librio entre lo histórico y lo eterno. Estos dos elem en tos se reflejan en las dos fórmu las de perm anencia del apostolado que aparecen ya en la Sagrada Escritura: sustitución de persona a persona, como acontece con Judas, sustituido por M atías, y cooptación en el apos­ tolado, como es el caso de Pablo, que se sum a al m in isterio de los otros apóstoles. En la m en te de la Iglesia prim itiva perdura este doble sentido de sucesiónTcooptación en que se subraya la temporalidad de las personas y la inmutabilidad del ministerio. Creemos que las consideraciones del P. Collantes encierran ideas que pueden ser b á ­ sicas para una justificación teológica e histórica de la sucesión apostólica. D. Vicente Proaño G il, Pbro., presentó el estudio Conciencia de

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