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324 A P U N T E S DE F IL O S O F IA B IB L IC A La creación elim ina el dualismo que de una fo rm a u o tra aparece en tan tos sistemas filosó ficos: si dualismo entre la m ateria y el es­ píritu, en el que sólo cuenta éste, en tan to que la m ateria queda des­ valorizada y como mera negatividad. Nos basta recordar algunos de estos dualismos, empezando por el dualismo platónico. Para Platón el alm,a entra en una tumba, en una caverna, cuando viene a este mundo, y por tan to su deber consistirá en trabajar por evadirse del cuerpo. Si queremos saber algo con per­ fecta claridad, tiene el a lm a que separarse del cuerpo y fija r su m irada en las Ideas. El a lm a sufre una con tam inación en su estado de unión con el cuerpo. En los gnósticos la existencia de los individuos es considerada como una enajenación de lo divino en la m a teria , que es el elem en to n eg a ­ tivo y perturbador. El m al está en la creación y lo está en virtud del acto m ismo creador. Tan to que, para evitar el hacer recaer sobre Dios la responsabilidad de ese acto malo, el gnóstico prefiere negar que sea Dios el que crea. Serán los Padres, desde San Ireneo, quienes acentúen el hecho d e que es Dios el único creador, el que crea a partir de la nada. Es ese san to Padre el que dice que es necesario o bien perseverar en la opinión de que Dios ha hecho el mundo porque en su poder encontró de qué hacerlo : o bien, si h a salido de El alguna fuerza activa, siempre habrá que buscar dónde h a encon trado este autor del mundo el modelo de las cosas que había de hacer y la sus­ tancia m ism a del modelo. El hombre total, cuerpo y espíritu, h a salido de las m anos de Dios. La m isma filosofía m oderna n o se h a librado de caer en un cierto exagerado dualismo, como le ocurrió a Descartes. Para éste, el cuerpo hum ano es una m áqu ina a la cual se le añade un a lm a espiritual. H a caído de nuevo en la confusión en tre los conceptos de fabricación y de creación. Cierto que Descartes adm itía la creación de la n ad a ; pero un falso concepto de la m ism a le h a llevado a asunciones falsas dentro de la filosofía. El pensam iento hebreo desconoce esa dualidad. Emp lea las expre­ siones de a lm a y de carne para sign ificar la totalidad del hombre. No se puede interpretar la noción hebraica de a lm a a partir del dualismo platónico, como tampoco la noción de carne. Ignora la con ­ cepción hebraica esa dicotom ía de cu erpo -alm a. En hebreo el alma es todo el hombre y así no dice que el hombre tiene un alm a, sino que es un alma, aunque, repito, no en el sentido platón ico o carte­ siano. No dice que tiene cuerpo, carne, sino que es carne. Y o no percibo, escribe Tresm on tant, un cuerpo que con tendría un alma : lo que per­ Dualismo ontològico.

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