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GABRIEL DE S0TIELL0 3 2 1 m ía y fisiología de la m e ta física bíblica. Al ahondar en el estudio de esas tendencias constitutivas del pensam iento hebreo, llegó a des­ cubrir que no se tra ta de afirm aciones aisladas, inconexas; sino que form an todas una estructura, una arquitectura lógicamente en sam ­ blada y que, por consiguiente, podían servir de cañam azo para cons­ truir a base de ellas una m ás alta m e ta física que la que hemos h ere­ dado de los griegos. ¿Cuáles son esos principios? El primero es el concepto de creación. Sabemos que la ciencia nació en G recia como particularización del tema filosófico, pero v a ­ liéndose de un método que no d ifería del método filosófico. Ahora bien, ese método, si en un tiempo prestó notables servicios, no cabe negar tampoco que en numerosas ocasiones fue un obstáculo para el progreso de las ciencias. En nuestros días los resultados de la inves­ tigación cien tífica aparecen en muchos aspectos incompatibles con la m e ta física de los griegos, y en cambio se armonizan maravillosa­ m en te con la implícita m etafísica bíblica. El tem a fundam en tal que separa ambas m eta físicas es el de la creación, con otros que van en él implicados. En general, en las m etafísicas occidentales la realidad sensible ha sido más o menos escam oteada. En P latón era una im itación de las ideas. En P lotino sign ificaba una degradación respecto del Uno. En Hegel, una enajenación del Espíritu. Jean W ah l escribió que la filo ­ sofía h a sido concebida con frecuencia como un esfuerzo por parte del hombre por liberarse de lo sensible, aunque también h a habido un esfuerzo por liberarse de esta liberación. Y como ejemplo de estos ú ltimos aduce a Aristóteles. C ierto que Aristóteles h a man ten ido la realidad del compuesto de m a teria y forma, pero al m ismo tiempo encadena la idea de m a teria a la idea de potencia, con lo que la desvirtúa en orden a su valor ontológico. En la B iblia aparece la m ism a creación de la m a teria como una operación em inen tem en te positiva. Hay, pues, un trueque total desde este punto de partida del pensam iento, que arrastrará en pos de sí todo lo demás. La multiplicidad de seres materiales, en lugar de pre­ sentarse como una degradación, como una caída, se nos ofrece como un acto em inen tem en te positivo. No aparece aquí por n ingún lado la idea de la negatividad de la materia. La individuación dejará de considerarse como una lim itación y se verá en esa m á s bien un enriquecim iento de la realidad. En el platon ismo, por ejem p lo, gene­ ración es lo m ismo que descenso; en el pensam iento bíblico generación es un acto que produce algo nuevo, a veces en el m ism o nivel del que engendra. ¿Nos sum in istra hoy la ciencia algún dato que venga a esclarecer ese concepto de creación, tan oscuro y hasta contradictorio en una 7

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