PS_NyG_1962v009n002p0317_0329

310 APÜNTES DE FILOSOFIA BIBLICA hab laba de concordancia entre la B iblia y la ciencia. Naturalmente, n o se llegó a un verdadero acuerdo, porque la Biblia no es ciencia. Y la filosofía tampoco. En nuestro siglo, gracias sobre todo a la feno ­ menología, los diversos campos del saber se han especificado y cada uno, fiel a la realidad, busca el modo de saber qué corresponde a su objeto. Se tra ta de situarse en la sinceridad y en el realismo, que nos obliga a aceptar las cosas ta l cual ellas son en sí m ismas y tal cual se nos quieren hacer patentes, en lugar de pretender enca jarla s en esquemas previamente elaborados. Pero esta vuelta al realismo no se h a llevado a cabo sin exagera­ ciones n i desviaciones. No se h a ten ido en cuen ta aquel prudente consejo de los escolásticos de distinguir sin separar. La B iblia n o es filosofía. Pero filoso fía y Biblia coinciden en hab larnos de lo real en un sentido m ás hondo , y al m ism o tiempo m ás inm ediato, menos abstracto, que la ciencia, y ocurre que lo que la B iblia nos dice y lo que nos dicen algunas m eta físicas son cosas incompatibles y por con ­ siguiente esas m eta físicas son necesariam en te falsas. Los escritores sagrados no eran filóso fos; sin embargo, lo que enuncian presupone una m etafísica, todo lo embrionaria que se quiera, y que deben luego los metafíisicos desarrollar h a sta sus ú ltimas consecuencias. Esto, desde luego, es beneficioso para la m eta física y me imagino que también para los estudiosos de la Biblia. H istóricamente está d e ­ mostrado que los presupuestos racionales de la revelación h an orien ­ tado el pensam iento filosófico de Europa, y la filosofía europea, aún la idealista de los siglos modernos, es inexplicable sin el in flu jo po ­ sitivo del cristianismo. León X I I I llam aba «sidus am icum» a la fe respecto de la razón filosófica. El tema de la creación. Hay una m e ta física implícita, pero realmente presente, en los textos bíblicos: es ésta la afirmación básica sobre la cual es preciso ir alumbrando esa latente filosofía. La originalidad de esta m e ta ­ física se evidencia si la comparamos con otras m eta físicas, especial­ mente con la griega, que h a sido hasta hoy la que h a servido de cauce para todas las filosofías occidentales, sin excluir las idealistas. Ahora bien, siendo la filosofía, como ya nos lo enseñó Ortega, la exploración hacia los auténticos principios, es esencial esforzarse por exhumar esos principios pragmáticos, laten tes, que actúan en los s e ­ cretos de todo sistem a filosófico. En el primer libro que escribió T resm on tan t sobre el tema, titu ­ lado Essai sur la pensée biblique, expone lo que él denom ina ana to

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz