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3 1 0 PREPARACION APOSTOLICA DE LOS JOVENES. otros y al propio tiempo se consiguiese cierta uniform idad, tan to en la pronunciación y acción como en el fondo de los sermones y en el método de la composición. Con ta l objeto estaba ordenado se formase una selección de doctrinas modelo y otra de sermones de m isión , de lenguaje puro y correcto, de moral sana y juiciosa, evitando los e jem ­ plos fam iliares y las fábu las, trayendo en cambio los de la Sda. E s­ critura, citando sus palabras lo m ismo que las de los Santos Padres, pero no en latín 65. Además, en el segundo año , sin perjuicio del estudio principal de la Oratoria, se tendrían dos días a la sem ana instrucciones de D isci­ p lina eclesiástica y Liturgia, e igualm ente otros dos días lecciones de Sda. Escritura. De ésta se tendrían aparte mensualm en te algunas con ­ clusiones o disertaciones delante de la comunidad, las que serían d e­ sarrolladas y defendidas por los alumnos, teniendo libertad los asisten ­ tes para formu lar preguntas (art. X X V I I I). En este segundo año, que m ás bien era de práctica y ejercicio, p o ­ dían salir los estud ian tes como compañeros de los misioneros pero sólo una vez al año, en lugares próximos al convento y por espacio de un mes o poco más. Se añadía esta sabia advertencia : «Esta or­ denación es de sum a importancia y de su observancia penderá el aprovecham iento de los jóvenes y el bien de la provincia. Hay tiempo de aprender y tiempo de en señar; tiempo de sembrar y tiempo de re­ coger los fru tos; y, si estos tiempos se con funden , o por la im pacien ­ cia e impetuosidad de los jóvenes que se atropellan por producirse y m an ifestar su habilidad, o por la imprudencia de los prelados que quie­ ran aprovecharse y cumplir con sus encargos y empeños, sin atender más que su utilidad y gusto, n ad a podrá conseguirse, por lo menos quedará todo d im inu to e imperfecto» (art. X X I I ). F inalm ente, el tercer año, suponiéndose ya debidamente instru i­ dos los Padres jóvenes en la Elocuencia sagrada, se dedicaría por e n ­ tero al estudio de la Sda. Escritura y D isciplina eclesiástica. Con tal objeto se tendrían diariamente lecciones de una y otra, obligando además a los alumnos a celebrar entre sí frecuentes con ferencias so ­ bre materias tan importan tes (art. X X X I ) . A eso se añadía que, estando ya ejercitados y prácticos, se les po ­ drían encargar en este ú ltimo año m ás sermones y perm itir saliesen 65. Art. X X V I I . Lo propio, es decir, esa colección de sermones y doctrinas que pudieran servir de modelo, se hizo igualmente en el Seminario de Toro, como lo hace constar el P. Miguel de Santander, Doctrinas y sermones para Misión, I, Ma­ drid, 1800, prólogo. Los designados para ese trabajo fueron el mismo P. Santander y el P. Joaquín de Portillo.

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