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BUENAVENTURA DE CARROCERA 309 que ya hubiesen term inado se distribuyesen por la provincia. De este modo los dem ás, con su ejem p lo e influencia, aprenderían de ellos y se extendería a todos el buen método de predicar allí enseñado (art. X I X ) . A l salir del Colegio se les daba un certificado de estud ios; sin él no podrían obtener el títu lo de misionero. Tampoco podían solicitar volver de nuevo al Colegio, ahora en calidad de m isioneros, sin que hubiesen pasado fuera 8 ó 10 años, tuviesen 40 de edad y después de haber dado pruebas de su competencia y adelan tam iento en los con ­ ventos (arte. X X I y X L III). Entre los doce Padres que componían el equipo de m isioneros resi­ dentes en aquel Colegio, tres serían designados profesores: uno de Sda. E locuencia, otro de Sda. Escritura y e l tercero de D isciplina ec le­ siástica, en que se comprendía asim ismo la L iturgia (art. X X V ). Tres años obligatorios debían permanecer allí los sacerdotes jó ­ venes. Y teniendo en cuenta que la preparación iba ordenada prin ­ cipalmente a la predicación, se daba suma importancia al estudio de la E locuencia sag rad a ; más concretam en te: debía enseñarse la R e tó ­ rica desde un principio, poniendo particular cuidado en que se per­ feccionasen en la lengua castellana, hab lándola con pureza y fa cili­ dad y corrigiendo los defectos de pronunciación (art. X X IV ). El programa de estudios era el siguiente. En el primer año se ten ­ dría d iariam en te una hora de lección o clase en que se explicarían las reglas y preceptos de la oratoria. Los alumnos ven ían obligados a pre­ sen tar algunas composiciones en todos los géneros de la oratoria, las cuales serían luego corregidas, señalando los defectos, las reglas a que se oponían y las figuras empleadas. Aparte de eso se exam inarían los pa sa jes m á s selectos de los maestros de la Oratoria y E locuencia, in ­ dicando los primores y singularidades, el lenguaje correcto, la lim ­ pieza y fuerza de las frases y expresiones, su energía, armonía y buena colocación. Junto con ello se pondría gran cuidado en corregir los de­ fectos de la pronunciación (art. X X V ). A eso se reducía la labor de los que cursaban el primer año : «Instruirse en el método de predicar y en formar algunas doctrinas y composiciones bajo la disciplina de sus maestros, y en tom ar algunas nociones de los Libros sagrados y Santos Padres y de la D isciplina eclesiástica». Pero en este primer año no podían salir a predicar en manera alguna (art. X X I I ). En el segundo año el Profesor enseñaría a sus alumnos la oportuna aplicación de las reglas y preceptos aprendidos a las oraciones sagra ­ das y temas religiosos, entre otros a las oraciones panegíricas, que no desdecían del carácter de m isioneros (art. X X V I ). Continuaría a su vez diariam ente las lecciones de Retórica y E locuencia, y, respecto de las composiciones, ya corregidas repetidas veces, si era necesario, s e ­ rían pronunciadas ante la comunidad, para que aprendiesen unos de

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