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306 PREPARACION APOSTOLICA DE LOS JOVENES. El P. Colindres era poco partidario de los panegíricos. Así sólo los perm itía en las propias iglesias de los Sem inarios por motivo de a l­ guna festividad de la Orden, y aun entonces debía aprovecharse la ocasión para explicar al pueblo un punto de moral. Autorizaba asim is­ mo al P. Guardián para que perm itiese a sus religiosos ir a las pa rro ­ quias próximas a explicar el catecismo o un punto de moral los do­ m ingos, lo cual también podría hacerse en las iglesias conventuales. Pero vamos a lo más importante y más propio del tema, la pre­ paración. Y a hemos hecho notar que el estudio continuado por todo el año era obligación de los que moraban en estos conventos o Sem i­ narios de Misioneros. De tal modo que desde la fiesta de Todos los Santos o desde el Adviento hasta Pascua de Resurrección, debía te ­ nerse, dos veces en sem ana y por espacio de una hora, una con feren ­ cia a la que ten ían que asistir todos los que estuviesen en casa. Esa con ferencia ten ía lugar tres veces por sem ana desde el dom ingo in Albis hasta Todos los Santos o Adviento. Los tem as tratados en esas conferencias iban encam inados a la m ejor instrucción de los m isioneros y confesores. Versaban consi­ guientemente sobre pun tos de moral, casos que ocurrían más frecuen ­ temente en el confesonario, como impedimentos matrim on iales, pú ­ blicos o privados, con fesiones sacrilegas, inválidas o dudosas, usuras, contratos, simon ías y otros sim ilares. Tamb ién se tratarían , a lter­ nando con los indicados, tem as sobre la Sda. Escritura, de teología m ística, h istoria eclesiástica, etc. Eran temas prácticos para la pre­ paración y orientación de los predicadores y con fesores; de tal modo que se exigía no favoreciesen la curiosidad sino que de ellos se sacasen argumentos, consecuencias útiles y motivos de predicación. No hay para qué poner de relieve que la preparación de tales con ­ ferencias necesitaba un concienzudo estudio de los temas. E stas eran señalados por el Presidente de las con ferencias con una sem ana de anticipación. Al m ismo, elegido por votación, incumbía proponer los casos de moral, dirigir las disputas y por fin dar la solución. Además, siendo muy importan te, como en las ordenaciones del de Toro se decía, que todos se ejercitasen en predicar delante de la co­ munidad pláticas de doctrina cristiana, se mandaba en ellas que cada uno de los Padres predicase por turno en el refectorio y durante la co­ m ida, un día a la sem ana , una p lática doctrinal por espacio de media hora, en la form a y modo que debía hacerse en las m isiones. El P re­ sidente de las conferencias, una vez predicada la p lática, indicaría después, con la mayor caridad, los defectos que hubiese notado en ella, tan to en el fondo como en la form a e igualmente en el modo de pronunciarla. ¿No era esa una m anera m agn ífica de prepararse m inisterial y

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