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SANTOS DE CARREA 2 7 1 procedentes del Valle del Nilo, datan de mediados del siglo n d. de C., según el unán im e parecer de los paleógrafos. Pues bien, estos Frag­ mentos, denom inados Papyrus Egerton 2, contienen citas textuales del cuarto evangelio (Jn. 5, 39. 4 5 ; 9, 2 9 ; 8, 59; 10, 31; 7, 30. 44; 10, 39; 3, 2) 32. En el m ismo año, C. H. Roberts descubría en un lote de papiros de la B iblioteca Jonh Rylands de Manchester un fragm en to del cuarto evangelio (Jn. 19, 31-33 y 37-38). El papiro en cuestión procede tam ­ bién de Egipto y presenta las m ism as características paleográficas que el Papyrus Egerton 2. Todo ello hace suponer fundadam en te que, a principios del siglo ii, el evangelio de Juan se hallaba divulgado por las comunidades cristianas de Egipto. Luego la composición del evangelio debe colocarse, a más tardar, a fines del siglo primero, pues la difusión en Egipto exige sin duda un lapso notable de tiempo. Con esto quedaba descartada la tesis liberal, que colocaba la com ­ posición del evangelio de Juan a mediados del siglo ii y, por otra parte, este acercam iento a los sucesos narrados, favorecía la con ­ fianza en e l contenido h istórico 33. Los descubrim ientos arqueológicos de los últimos años han con ­ tribuido también a este proceso de revalorización h istórica del evan ­ gelio de Juan. Entre éstos destacan los sensacionales hallazgos de Qumrán, jun to al M ar Muerto, y la biblioteca gnóstica de Nag Hamadi, en el A lto Egipto. Los primeros han puesto en evidencia la existencia en Palestina, en la época de Cristo, de un mundo religioso y literario bastan te afín a la m en ta lidad e ideología que se respira en e l cuarto evangelio. Por consiguiente no es necesario acudir a los ambientes m ás o menos gnostizantes del siglo ii para explicar el origen de san Juan. Los descubrimientos de Nag H am ad i nos perm iten conocer m ás exactam en te qué tipo de gnosticism o circulaba en el siglo s e ­ gundo y tercero, y cómo este ambiente gnóstico es distinto del am ­ biente que encontramos en e l cuarto evangelio u. 32 . P u ed e v erse u n b u en estu d io de e ste P a p iro en P .-M . B r a u n , Jean le théo­ logien et non évangile dans l’Eglise Ancienne, P a ris 1959 , p p . 87 ss. y 404 - 406 , d o n d e se da el te x to griego del fra g m e n to . 33 . C . H . R o b e r t s , An Unpublished Fragment of the Fourth Gospel, M a n c h e s - tes 1935 . E sta p ro n ta e x ten sió n p or E g ip to v ie n e c o n firm a d a p o r el céleb re P ap iro B o d m e r I I , p u b lic a d o p o r V . M a r t in e n 1956 y 1958 : Papyrus Bodmer II. Évangile de Jean, chap. I-XTV ; Papyrus Bodmer II. Supplément. Évangile de Jean, chap. X I V - X X I . 34 . S o b re los M a n u sc rito s de Q u m r â n la b ib lio g ra fía es in m e n sa . U n a b u en a o rien ta ció n se en c u e n tr a e n J. V a n der P l o e g , Six années d’études des manuscrits du Désert du Juda, e n La secte de Qumrân et les origines du Christianisme, L o v a in a 1959 , pp . 11 - 84 . P a r a los e scrito s g n ó stico s p u ed e verse u n a in fo rm a c ió n e n W . C . v a n U n n ik , Newly Discovered Gnostic Writings, L o n d re s 1960 .

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