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2 6 0 LA UNION EUCARISTICA. «Haec omnia et nos fatemur... Sententia multorum est vim atque virtutem ex hac naturali unione quam carni nostrae inserí dicímus... a virtute spirituali proficisci, quam nullam aliam exis- timant quam gratiam sacramentalem, ut cum B. Thoma loquar... Secundario inquam, non per se et principaliter, ut a sententia theologorum... haud recedamus» 162. Seguramente el mayor mérito de esta doctrina es la afirmación del influjo eucaristico en el cuerpo, como ya se ha dicho. El orden corporal no es considerado ajeno al orden espiritual y así quizás se puedan resolver esas, al menos aparentes, contradicciones que he­ mos visto. En conclusión podemos decir: Si lo que Mendoza intentaba afirmar era otra realidad distinta de la gracia santificante y caridad para unirnos con Dios, tal afirmación carece de fundamento y no hay por qué admitirla. Pero si lo que yace bajo esa terminología confusa es la concepción de la gracia específica eucarística como el modo más perfecto, posible en este mundo, de participar de la misma gracia de Cristo y del consorcio divino, nada hay que objetar. Así la Eucaristía resalta y ocupa el lugar preeminente entre todos los sacramentos, siendo la forma más apropiada a nuestra condición corpóreo-espiritual, de unirnos con Dios. S a n t ia g o d e l a C o r u ñ a , O . F. M . Cap. León. 162. P á g . 393, b -c.

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