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SANTIAGO DE LA CORUÑA 2 5 7 mente, después de corrompidas las especies. Tiene expresiones muy fuertes, pero ha terminado por aminorarlas. En él se reflejan todas las vacilaciones de los siglos anteriores, principalmente por mantener la terminología. Acepta las fórmulas de «sustancial», «natural», etc... pero al razonar teológicamente comprende que no puede defender la sustancia de Cristo permaneciendo en el hombre; entonces recurre a cualidades accidentales; finalmente como estas cualidades no pue­ den ser las mismas de Cristo numéricamente, se conforma con la virtud de Cristo, causa de estas cualidades, para terminar conce­ diendo que esta virtud no es otra que la gracia santificante. Todas estas variantes están contenidas en las mismas fórmulas «corporal», «natural» y «sustancial». Esta terminología ha sido la que ha motivado la incomprensión de sus contemporáneos y autores posteriores. Pero en el fondo su doctrina es la tradicional: unión mediante la gracia santificante. Acaso el aspecto más original de esta doctrina, no por nuevo (pues efectivamente ss encuentra en los Santos Padres) sino por más olvi­ dado es el influjo de la Eucaristía en el cuerpo. Después de Mendoza, lo afirmarán todos los teólogos, incluso aquéllos que combaten la unión corporal. CONCLUSION ¿Qué decir de esta doctrina? Dar un juicio ecuánime y exacto, entraña no pequeña dificultad. Ya el tema de la unión eucarística es de suyo complejo y no tiene fácil solución. Baste recordar las expli­ caciones tan dispares que desde Mendoza se han venido dando a este problema. Prácticamente se defendieron todas las posibilidades. Martínez Sacristán propugna la permanencia sustancial de Cristo en el comulgante, aún después de corrompidas las especies 154; Con­ 154. «E n tre C risto y quien le recib e dign am en te se establece un com ercio pa­ recid o al que existe entre el V erbo d ivin o y su h um a n id ad , y e l del alm a co n el cu erp o... L a u n ión , e fe c to del sacram en to del am or, se d ice d e su yo estable y p e r­ m an en te, sig n ifica n d o que, a n o m ed iar p eca d o m ortal, persevera h asta en la etern id a d ... F in a lm en te d ecim os q u e la u n ión es co n tod o Jesu cristo, esto es, co n su cuerpo, alm a y d ivin id a d ... Y tod o esto se v e rifica sin que de ello n os d em os cu en ta ... p o r dos ra z o n es: la prim era, p orqu e el cu erpo d e Jesu cristo es ágil, sutil, g lo­ rioso y espiritualizado ; la segu n da y p rin cip a l y que im p orta m u ch o ten er p re­ sen te p a ra n u estro o b je to , es p orque el cu erpo d e Jesu cristo se p one, queda y per­ m an ece e n qu ien com u lga d ign am en te del m ism o m od o que está y p erm an ece en la E u caristía, esto es, p e r m od um substantiae, o lo que es lo m ism o, se p on e y qu eda sólo la esen cia, la su sta n cia del cu erpo del H ijo de M aría, prescin dien do 3

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