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SANTIAGO DE LA CORUÑA 243 Christum intra seipsos susceperunt, geminae eius naturae pro- prietatum consortes efficiuntur» 8;. ¿Qué propiedades son éstas? El que dignamente comulga, adquiere las propiedades accidentales de Cristo, no sólo de su alma, sino tam ­ bién de su cuerpo. La gracia concede al alma nuevas operaciones y perfecciona sus potencias con las virtudes infusas. Pero la Eucaristía concede también al cuerpo un don divino que consigue la casi extin­ ción de la concupiscencia, la sujeción al espíritu, la incorrupción, a veces la salud corporal y aún cierto esplendor, como en algunos santos, la agilidad y el derecho a la inmortalidad M. Un poco antes afirma que la participación del Cuerpo y de la Sangre de Cristo nos hace inmortales e incorruptibles impasibles s‘ , puros e inmortales 85. O sea, el término de la transformación es el Cristo glorioso, impasible e inmortal. Claro que atribuyendo la inmortalidad a la Eucaristía, se nos ocurre a todos la misma objeción: también los condenados serán inmortales, aunque no hayan comulgado nunca. Luego no es necesaria la Euca­ ristía para adquirir la inmortalidad. La respuesta de Mendoza es sustancialmente idéntica: los cuerpos de los condenados resucitan íntegros «quoad naturam», pero sin las dotes gloriosas que produce la Eucaristía. Tal resurrección se ha de considerar más bien muerte eterna que vida eterna 86. Se podría insistir diciendo que los santos del Viejo Testamento y muchos del Nuevo Testamento que jamás pudieron comulgar, resu­ citarán con las dotes gloriosas. La solución de Mendoza es ésta : «Deum non esse alUgatum Sa cram en tis». El medio ordinario, querido por Dios, para la inmortalidad gloriosa es la recepción de la Eucaristía in re, pero en la imposibilidad basta in vo to 87. Despreciar la Eucaristía, pudiendo recibirla, es buscarse la propia perdición 88. Sigamos el proceso. Estas cualidades que nos unen a Cristo parece que debieran ser numéricamente las mismas del Cuerpo de Cristo, 81. P ag. 160, c. 82. P ág. 177, b-C. 83. Pág. 173, a. C fr. pp. 175, a ; 379, b. 84. P ág. 175, a. 85. P ág. 176, a. 86. «Q u am ob rem cum im piorum resu rrectio ad a e tem a m sit p oen am , interitu s qu ídam perpetuus ex istim an d a est p otiu s qu am v ita », p. 363, b. C fr. 367, b. 87. P aralelism o co n el b a u tism o : «C itra E u ch a ristiam h i om n es resurgent, qu em a dm odum citra baptism um resurgent qui ba ptiza ri n o n potu eru n t, m od o earn veram et v ivam fid em h a b u erin t», p. 368, a. 88. «C um recip ere n eglexerit, h a u d dubie periturus est», p. 368, b.

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