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MODESTO DE SANZOLES 1 0 5 «Esta es mi cara y ésta mi alma ; leed: unos ojos de hastio y una boca de sed. Lo demás... Nada... Vida... Cosas... Lo quese sabe... Calaveradas, amoríos... Nada grave. Un poco de locura, un algo de poesía, una gota del vino de la melancolía ...» . Sin embargo, su indolencia no es apática, irreceptiva: «Oí la voz de todo: de la paz, de la guerra, el silencio del campo que la cigarra asierra». Si«nada le en tusiama demasiado ni nada le en fada excesiva m ente, no siempre pasa con fría indiferencia jun to a los seres o junto a las cosas: «Tpndí la mano a veces y le arranqué una rosa, y otras la retiré sangrante y temblorosa». Pero aun este arancarle rosas a la vida lo hace siempre con leve dad, como tampoco las heridas de sus espinas le calan hasta el h on dón del a lm a n i le dejan huellas profundas: «Mas dolor y placer se disipaban luego, y el desfile seguía como cosa de juego». Con un subconsciente oriental de árabe tendido siempre a la puerta de su tienda, pero avizor a todo lo que pasa por delante de ella! M a chado m ira pasar la vida sin hacer el más m ínimo esfuerzo por asirla ni detenerla: «Y mientras escuchaba la compleja sonata, pasó la vida a un lado como una cabalgata». Su «maxilar voluntarioso» perece decir a todo ¡qué m ás da ! sin que le exalten los sueños, ni los problemas le angustien, ni la s preo cupaciones le desasosieguen: «Mi ideal es tenderme sin ilusión ninguna». Por eso, ante esa vida de tan poco interés para él, siente un ansia irreprimible de evasión : «Es tarde... Voy de prisa por la vida. Y mi risa es alegre, aunque no niego que llevo prisa».
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