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MODESTO DE SANZOLES 1 2 7 Campanudos a cen tos funera les estrem\ecen la vieja arquitectura, y el blanco velo del alba se aventura por las altas ven tanas ojivales. Despojos son no más, miseria inerte, polvo que tom a , en brazos de la muerte, a devolver sus átomos al suelo. qup el blanco m on je, de virtudes muestra, rodeado de santos, a la diestra de Dios Nuestro Señor, está en el cielo. Otra de las notas características de la obra poética de Manuel Machado es su lirismo esencial, bien que quizás más adjetivable que sustantivo; pero siempre destaca la nota personal, la captación sub­ jetiva; un lirismo, a veces, incorpóreo, aéreo, de transparencias auró­ rales difuminadas, imprecisas: «La aldea en rom ería... matinales allegros. Las largas trenzas y los ojos negros. La suavidad de la melancolía de una copla de cuna y de un pálido sol como la luna». Otras, es un lirismo objetivo, si cabe la paradoja, de anécdota, de rasgo histórico, de folklore o de sentimiento extraño; pero anécdota, rasgo, flor o sentimiento que, al ser tocados por la varita mágica de su verso, se transforman en algo leve, impalpable, seductor y nítido, como el polvillo polcrimado de ideales mariposas: —i «H ijo para descansar es necesario dormir, no pensar, n o pensar, n o soñar... — Madre, para descansar, morir. Machado cantó casi toda la realidad, la de dentro y la de fuera, que su sensibilidad y sus ojos, siempre muy abiertos, le presentaban. Quizás un crítico meticuloso, un sicoanalista de la crítica no encuentre suficientemente claro el porqué, de ésta, al parecer, poco lógica diver­ gencia en los temas de inspiración manuelmachadina. Y quizás el pro­ pio criticado no supiera darle otra razón de los caprichos electivos

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