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1 2 6 SILUETA SICOLITERARIA DE MANUEL MACHADO a la falda caldeada desde la piedra al vergel. Y al p ie de él el cantar de las ondinas, las campanas submarinas de Atlántida, allá en lo hondo del glauco imperio del fond o las melodías divinas... \Ay, M anu el ! Que sólo las oyó él. Angel, sombra, gracia, aquel... OTROS ASPECTOS DE SU SILUETA POETICA Manuel Machado se definió a sí mismo, con harta modestia lite­ raria, «poeta menor, poeta de cámara, poeta del matiz, del siesnoes y del gesto inacabado’. Bien está que esto sintiese él de sí mismo para ofrecernos en esas humildades el doble encanto de su valor y de su modestia, «que el encanto de las rosas / es que siendo tan hermosas, / no conocen que lo son», como cantó otro poeta, andaluz también. Esto además, nos depara a nosotros la satisfacción de podernos permitir el lujo y la elegancia de disentir de un gran poeta, y en cima llevar la razón. Hija también de esa su característica humildad literaria es esta otra confesión hermana de la precedente: «Yo no llamo a mis versos sino semipoesía, y a mis realidades, que obedecen a la ley de vida de los simples mortales (que es vivir como se puede) no oso llamar otra cosa que posibilidades» -1. Como éstas nos depara Dios muchas, podría exclamar aquí Santa Teresa. Realidades, y muy logradas, son casi todas las suyas, hasta el punto que resulta poco menos que im ­ posible el tratar de un modo mejor y más perfecto gran parte de los temas por él manejados. Hay cosas para las que logró una expresión definitiva. Ahí están, para muestra, esos maravillosos cuadros de catorce trazos maestros, interpretación poética de lo pictórico tan admirables, por lo menos, como los lienzos que los inspiraron: «D ejando la quietiLd de los sitiales en procesión de lívida gordura, surgen del claustro en la humedad oscura las blancas estam eñas monacales. 21. Ib id ., Ib id ., p p . 16-17.

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