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1 2 4 SILUETA SICOLITERARIA DE MANUEL MACHADO hispano, esa su ingénita viveza mental, intuitiva casi, esa su agudeza de percepción y rapidez expeditiva para expresar lo percibido, ese ins­ tantáneo repentizar de su ingenio vivo y alegre, llevan siempre entre nosotros, como contrapeso natural, la reacidad a todo lo que suponga trabajo serio y prolongado. Es... aquella «dulce vagancia» que, ya en sus tiempos, nos reprochaba a los españoles nuestro compatriota Sé­ neca. Claro que el bueno de don Manuel atribuía gran parte de esa su falta de producción a otra causa de un sicologismo un poco más complejo e individual. «Primeramente es de saber, decía él, que desde que yo escribo conscientemente algo de que puedo declararme responsable, para mí escribir es... no escribir. Me explicaré. Así como otros confían inme­ diatamente a la cuartilla aquello que se les va ocurriendo, a reserva de corregirlo, modificarlo, perfeccionarlo luego, yo no consigno al papel sino aquello que habría de quedar en última instancia y todas aquellas operaciones de selección y acabamiento se obra en mi interior de manera involuntaria y fa ta l; es decir, que voy rechazando y dando de lado, sin querer, a todo lo que luego habría de quitar y aduciendo cuanto tendría que poner, con que la composición sale acabada y per­ fecta (en el sentido latino) tanto que no es ya susceptible de retoque o corrección (por mí al menos), y no porque esté mejor o peor, sino porque no puede estar de otro modo. Esta dolorosa selección interna me hace lento y poco fecundo y me fatiga bastante, no por lo que escribo, sino por lo mucho que dejo de escrib ir».20. Digamos de pasada que, a pesar de su vagancia, Manuel Machado no fue, como él mismo lo confiesa, un mal estudiante. Un solo suspenso tuvo en su carrera y eso — ironías de la historia— en Literatura. Pero después de este largo paréntesis sobra la producción cuantita­ tiva de Machado quiero insistir un poco todavía sobre algunas otras características de su ritmo. Advirtamos desde luego que de todos sus libros en el que menos ritmo se nota es en el escrito en París. ¿Influjos ambientales? Posiblemente algo. Este libro es el primero de su pro­ ducción poética y el más tocado de purismo modernista. En todos los demás la musicalidad poética del mayor de los Machado rezuma ar­ monía, cadencia, cromatismo, aunque no siempre melodía rítmica. Esta musicalidad de sus versos era la resonancia verbal de la interna de su alma. Dejemos una vez más que sea él mismo quien nos abra, para que leamos en él, el libro de su intimidad: «De la vida y el libro sólo sé la armonía. Mi propia obra es sólo una polifon ía 20. M a n u e l M a ch a d o , o. c.. p. p72-73.

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