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MODESTO DE SANZOLES 1 2 3 «contiene más grandeza y más poesía»... «y la sombra ha ahuyentado a la poesía»... «en la flota gentil de la poesía»... Forzadísimas por demás resultan estas dos sinéresis en el mismo v erso : «Ríofrío, La Granja, El Pardo, los ardores»... No son tampoco infrecuentes en Manuel M achado las diéresis, con las que, si bien se conserva fundam en talm en te el ritmo, no hay duda que se hace un poco con pie forzado: «surges fresca, lozana y graciosa»... A través de estas breves observaciones sobre su ritmo, hemos po ­ dido apreciar en Manuel Machado un poeta espléndidamente dotado por la naturaleza para este elemento versal. Y , como quiera que nues­ tro poeta opinaba con el autor de la «Epístola a los Pisones» que el arte no debe destruir lo natural, sino dirigirlo háb ilmen te p a ra luego perfeccionarlo con el uso, podemos hoy gozar el regalo de unos versos donde, en con junción armónica, se nos ofrece lo musical artístico con lo natural rítm ico. Sin embargo el ritmo de Manuel Machado, no es de ímpetu ni de énfasis, sino, por decirlo con palabras suyas, de tono m eno r; no de torrente sino de arroyo o fuente cantarina, «más que las sonoridades de ’’los claros clarines” , dice Dámaso A lonso, placen al Machado de los primeros libros vaguedades, difum inaciones o, si no quiebros y esguinces. Que hab ía estudiado el sistem a rítm ico del m aes­ tro, no cabe duda, sin embargo» M. Más que músico de estruendos, se muestra Machado un preciosista de tonalidades, leves, de fraseo un tan to difum inado, de delicadezas rítm icamente un tan to extrañas; pero siempre con arte consciente. Sus acordes son clásicos, pero m a ­ nejados con técn ica moderna. La ún ica lástim a sería que, quizás tengamos que lam en tar en los versos del mayor de los Machado, es, acaso, que ellos sean tan pocos en cantidad. Porque no hay duda alguna — y así lo reconoció el propio Machado alguna vez— que para quien se sintió poeta a los doce años y con tan ta facilidad para la rima y el ritmo y llegó a la respetable de seten ta y dos no es muy extensa, aunque sí exquisita, la obra poé­ tica que nos legara. Pero también en este defecto se mostró el autor de PHOEN IX m uy español y muy andaluz. Esa facilidad natural del 19. D á m a s o A lo n so , o. c., pp. 59-66.

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