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MODESTO DE SANZOLES 1 1 5 m aso Alonso h a advertido con verdadera sagacidad crítica “ el efecto maravilloso, «la m isteriosa vitalidad», que produce en el célebre re­ trato de Felipe IV aquel «guante de ante». Esta consonancia interna vale aquí literalmente por todo un verso, pues efectivam en te, como ind ica el citado crítico, el poeta no necesita acudir al expediente clási­ co de cerrar una composición en tercetos con un cuarteto para dejar plenam en te satisfecho el oído. Pero a esta rim a m achad iana, alegre y espontánea como un canto de «seguiriya», le encontró un pequeño defecto aquel gran captador de bellezas y defectos que se llamó don Miguel de Unamuno. El aludido defecto es el usar para la rima perfecta palagras prosódicamente átonas, como «sin», «la», «de», «el» (artículo), etc. 15. Personalmente hemos de con fesar que no nos desagradan estas rimas, pues en defi­ n itiva se tra ta a nuestro parecer, tan sólo de una de tan ta s licencias como se h an permitido los poetas, y en este caso, a veces, con muy felices resultados expresivos y agradables efectos acústicos. Dámaso A lonso trata de reivindicar a M anuel Machado de la inculpación «sim ­ pática y amistosa» de Unamuno. Después de una erudita y aguda — com o suya— argumentación h istórico-crítica en favor de este uso a través de la Urica francesa y española, concluye el eximio filólogo: «Todo es, pues, una levísima violencia al lenguaje, un matiz que su ­ braya, como un guiño sólo iniciado, la dicción, y que a la par permite m ayor fluidez al serpenteante movim iento de la estrofilla, y aumenta equívoca gravedad y, con escasa insinuación, la doliente gracia aérea» !6. Sin ánimo alguno de polemizar, nos atrevemos a disentir, en parte, del ilustre Catedrático. Creemos sinceramente que en casos como éste la violencia in ferida al lenguaje, a lo menos prosódicamente, no es tan «levísima». La demostración es bien sencilla y m a tem á tica . En casos sem ejan tes lo que se hace con esas palabras es algo parecido a esta ecuación, que no dejará de sorprender a los fervientes euclidianos: 0 = 2 y este 2 con valor positivo, claro está. La extorsión prosódica de esos vocablos así usados nos parece, pues, bastante notable, más notable aún que cuando los poetas, p. ej., de océano hacen océano. Con todo, volvemos a insistir, su uso no nos parece en absoluto repro­ bable, ya que el oído suple fácilmente la cantidad rítm ica que prosó­ dicamente le fa lta a la palabra. En todo caso, para sus usufructuantes 14. Damaso Alonso, Poetas Españoles contemporáneos. Gredos, Madrid, 1952, pp. 66-67. 15. Miguel Unamuno, La Poesia de Manuel Machado, prólogo a Alma. Museo. Los Cantares, Madrid, Pueyo, 1907, pp. XXI-XXV . 16. Dámaso Alonso, o. c., p. 57.

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