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1 1 4 SILUETA SICOLITERARIA DE MANUEL MACHADO carie calificativos caracterológicos a Manuel Machado, no sería cierta­ m en te el que menos le cuadrase el de «poeta de la rima y el ritmo». Esto es, un poeta criado y nutrido en el modernismo y que tuvo que atravesar hasta llegar a la cumbre de su poesía las empalizadas de todos los «ismos» nacidos en e sta primera m itad de siglo, y que lo supo hacer, además, con prestancia y señorío, tiene su mérito y su importancia. Porque, después de todo, el autor del CANTE HONDO no fue nunca un poeta anquilosado o decadente, por m ás que otra cosa dijera él en su célebre pareado. Como tampoco fue un inadap ­ tado o sin público. Sí, acaso, todo lo contrario: «Mi propia obra es sólo una polifonía de gritos melódicos, lentos o subitáneos que dio a veces el son de mis contemporáneos-». La rosa de sus vientos supo girar a todas las carrientes literarias y recoger de ellas lo que traían de aprovechable en sus innovadores impulsos. Manuel Machado, salvo en m uy contadas composiciones — acaso no lleguen ellas a la media docena— usa siempre la rima. Más to ­ davía: sorprendentemente — no olvidemos su filiación modern ista— en el hermano de An ton io hay un pedominio absoluto de la rima perfecta sobre la imperfecta. De los dos centaneres y medio largos de poemas de que consta la edición que m anejo M, m ás de doscientos llevan rim a consonante, y sólo unos sesenta están versificados en asonante. La soltura, la gracia, la espontaneidad, la agilidad m ás e le ­ gante presiden el uso de estas rimas. Muchas veces su habilidad en este difícil arte es sorprendente. Los vocablos consonanticos juegan en sus versos con un cabrilleo y un garbo fulgurante. Es un verdadero prestidigitador de la rima. Los consonantes m ás inverosímiles y d ifí­ ciles adquieren en sus versos una naturalidad de gorjeo ruiseñoril y una transparencia fontanera. Una destacada nota m achad iana respecto de la rima es el uso fre ­ cuente que hace de las interiores. Se ha escrito que esta tendencia es una característica del modernismo. No lo negamos, pero lo cierto es que Rubén Darío al adoptar esta singularidad poética no h izo más que resucitar una vieja usanza de nuestros clásicos, aunque, eso sí, dotándola de nuevas sonoridades y de nuevos efectos expresivos. D á ­ 13. Manuel Machado, Poesía. Edic. Jerarquía. Barcelona, 1940. Es lástima que a estas alturas no haya todavía una edición de las obras completas de tan eximio poeta. Una que corre por el mercado libresco como tal en un vol. con las de su hermano, es incompletísima.

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