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9 0 DOS INTERVENCIONES CONCILIARES MALOGRADAS tificio se hab ía agotado y la com itiva imperial no recibía la paga concordada. Muchos hablaban ya sin rebozo de regresar a sus casas. Un rayo de luz ilum inó el horizonte que se obscurecía pavorosamente ante aquella perspectiva. Los florentinos se ofrecieron a pagar por su cuenta todos los gastos, si el concilio se trasladaba a su ciudad. El Papa aceptó de m uy buen grado, y como «poderoso caballero es Don Dinero», no fue difícil al emperador vencer la resistencia de los opositores con la promesa de una paga abundante. Durante los meses de enero -febrero 1439 se organizaran en F lo ­ rencia los trabajos de las sesiones. Allí se respiraba un clima m ás favorable que en Ferrara. En realidad, la postura dialéctica de los grie­ gos era idén tica ; pero su dependencia económ ica del Papa, los h u ­ m illaba y así tomaron la resolución de term inar cuan to antes, firmar lo que quisieran y regresar a su patria. Por otra parte, el emperador no ocultaba su malhumor debido a la ausencia de reyes y príncipes (el Papa hab ía reiterado la invitación, aunque estaba seguro que no la aceptarían). Era para él como una idea fija y obsesionante. Había soñado — con el pretexto del concilio— entretenerse con ellos en con ­ ferencias de alto nivel diplomático sobre el estado económico y po ­ lítico del imperio, y se veía forzado a moverse entre cardenales y obispos, sacerdotes y m on jes obstinados en discutir sutiles, in term i­ nab les e insolubles cuestiones teológicas. La nueva situación, condicionada por el dinero del Papa y por la ausencia de los príncipes, explica la rapidez con que se halló el punto de convergencia de las discusiones y también el in flu jo creciente del grupo unionista. Los dos coeficientes imprim ieron un rumbo nuevo y decisivo a las asambleas. Además se adoptó el método de las com i­ siones y se abandonó el de las sesiones plenarias. La actividad con ­ ciliar en su fase preparatoria y de estudio quedó en manos de un grupo m ixto de delegados, seleccionados por el Papa y el emperador entre los m ás capaces y afectos a la unión. Se convino asim ismo que las tres sesiones públicas sem anales no durarían m ás de tres horas. La consigna e ra : proceder rápidamente — aunque fuera a m archas forzadas— - y term inar cuan to antes. Primera fase: El Filioque. Un tanto a favor. Fue ya de buen augurio que se pusieran todos de acuerdo para comenzar por la cuestión más d ifícil y espinosa: la procesión del Espíritu Santo, que fue el tem a de las 9 primeras sesio­ nes (26 feb r.-8 junio). Ante todo sentaron como base de estudio la unidad de principio en la procesión de la tercera persona. Así lo ad ­ m itió también Macos Eugenio, pero como la lealtad no era su virtud

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