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8 8 DOS INTERVENCIONES CONCILIARES MALOGRADAS «Defensor fidei» por Eugenio IV, cuyos libros forman una biblioteca de 43 volúmenes. En esta galería de varones ilustres ocupan un lugar distinguido varios de los 700 m iembros de la com itiva de Juan V III, si bien unos defendían con entusiasmo Ja un ión y otros la combatían con no m e ­ nor ardor. Lleva la pa lm a entre los primeros Bessarión, arzobispo de Nicea, uno de los teólogos m ás em inen tes de su s ig lo ; prendado de la belleza y la erudición de la unión, la promovió con el calor de un apóstol y la erudición de un sabio. A su lado combatía con tesonera voluntad el representante de Rusia, Isidoro de Kiev, uno de los artí­ fices de la reconciliación. Ambos fueron después recompensados con la púrpura. Frente por frente enarbolaba la bandera de la resistencia el arzobispo de Efeso, Marcos Eugenio, de solera antiunionista, que participaba en el concilio a la fuerza, pero resuelto a luchar denoda­ damente con tra la proyectada unión. Teólogo de valía y excelente canonista, fue el único que se negó a firmar las decisiones conciliares. Su brazo derecho, después del concilio, fue el seglar Jorge Scholarios, erudito, astuto y venal, organizador más tarde de la cruzada an ti­ unionista. Temario. Estos, entre otros, eran los personajes a quienes se con fiaba la solución del espinoso problema del cisma. N inguna de las partes se sentó a la m esa de la discusión resuelta a entregar las armas sin com ­ batir. Los griegos venían decididos a no repetir la experiencia de Lyon. Ahora no se trataba, como entonces, de aceptar y callar. P a r­ ticipaban a una asamblea de libre discusión; habían sido convocados como los latinos, con idénticos derechos y deberes, para estudiar y resolver con la fuerza de los argumentos los problemas doctrinales, cuya diversa interpretación había originado y desarrollado el cism a ; y, como consecuencia necesaria, para dictar de común acuerdo la norma definitiva de fe, que restableciera la unidad de la prim itiva Iglesia. La tarea era sobremanera ardua y su realización se reveló in ­ m ediatam en te más difícil de lo que algunos optim istas (que por for­ tuna nunca faltan ) habían previsto y profetizado, identificando los deseos con la realidad. Fase negativa. Ferrara (enero 1438-enero 1439). La primera fase de las discu­ siones tuvo lugar en Ferrara y duró exactamente un año. Fue una fase del todo negativa y se caracterizó por el obstrucionismo ora

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