PS_NyG_1962v009n001p0071_0098

MELCHOR DE POBLADURA 8 7 Según las norm as de Constanza — saturadas de conciliarismo— , cada cinco años debía celebrarse un concilio ecuménico. Martín V convocó uno en Siena (1423) y luego otro en Basilea para el año 1431. Murió antes de inaugurarlo y el sucesor Eugenio IV, aunque no fuera muy de su agrado, con firmó el lugar escogido. Dos años m á s tarde (1433) pretendió trasladarlo a Bolonia, pero hubo de rendirse ante las amenazas de los conciliares apoyados por el emperador Segis­ mundo. Pero Eugenio IV no era tipo que se rendía fácilm en te a la violencia. Entabló negociaciones directas con Juan V i n Paleólogo, prometiéndole que se celebraría en Constantinopla presidido por los legados ponticios. Bizancio ofrecía ven ta jas innegab les: halagaba el amor patriótico de los griegos, los ten ía lejos del espectáculo nada edificante de la iglesia latina, les quitaba el pretexto — alegado en diferentes ocasiones— de rechazar las decisiones conciliares estipu ­ ladas en occidente, etc. L a noticia alarm ó a los padres de Basilea y por su parte propu­ sieron Aviñón o una ciudad cualquiera de Saboya, oponiéndose al proyecto pontificio ora por la gravedad del peligro turco, ora por la posibilidad de que los orientales fueran m ayoría con todas la s con ­ secuencias. Los pretextos dejaban indiferentes a Eugenio IV, el cual tan to por librarse de las excesivas ingerencias de los conciliares como por comp lacer a los griegos que preferían una ciudad ita liana cerca del mar, a ser posible m irando a l Oriente, zan jó defin itivamente la cuestión. Con la bu la Doctoris gentium del 18 de septiembre de 1437, después de descartar Ancona y Bolonia, lo trasladó a Ferrara. Desde este mom ento la reunión de Basilea perdió la categoría de concilio ecuménico y ganó la nada envidiable de conciliábulo. Después de un año se trasladó a Florencia y por último a Roma, donde se clausuró a fines de 1445. En total más de 50 sesiones plenarias. ¡Un récord! Personajes. En este concilio se dieron cita algunas de las personalidades más destacadas de la época en el campo científico. Entre los latinos sobre­ salían los dos cardenales Julián Cesarini y Nicolás Albergati, insignes por sus dotes morales, intelectuales y d iplomáticas; el piadoso gene­ ral de los camaldulenses Ambrosio Traversari, astro de primera m a g ­ n itud en el cielo de los hum an ista s; el obispo de Rodas Andrés de Constantinopla, teólogo de renombre y especialista de la patrología griega; el vallisoletano Juan de Torquemada (1388-1468, tío del fa ­ moso inquisidor), terror de los conciliares de Basilea y denominado S e d e d e l c o n c i l i o .

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz