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VALENTIN DE SOTO 225 este punto de vista poco servirían los privilegios de «pensar que p re- existe en alguna parte un sistema acabado de cosas y de ideas, ni de concebir un Espíritu omnisciente y omn ipotente, para quien todos los problemas estarían resueltos y todos los dramas solucionados, sino de tomar sobre sí día a día la tarea hum ana sin garan tía exterior, de crear p o c o a poco las verdades y los valores en la lucha c o n la natu ­ raleza com o en las relaciones con los otros hombres, de transformar el conocim ien to mismo, haciendo pasar la racionabilidad del con cep to al corazón de la praxis interhumana, de reivindicar en fin para la humanidad la responsabilidad tota l de un destino que n o está es­ crito de antemano, sin o que debe libremente fo rja r ella misma» 2. Al poner, c on un sen tido profundo de responsabilidad, el destino de los hombres en manos de los m ismos hombres, el m oderno hum a ­ nismo se convierte en algo así com o en una religión de la nobleza humana. A lbert Camus se pregunta en alguna de sus obras si se pue­ de ser san to sin D ios; y añade que est éste el ún ico problema c o n ­ creto que el conoce. Entre los paladines de este ateísmo humanista no existe inconven iente en aceptar a Cristo, los comun istas acuden a l­ guna vez a El para apoyar sus conclusiones, con tal de que no se le reconozcan privilegios de Dios, sino sólo de hombre. Hasta este ex ­ tremo llega el clim a profundamente human ista que respira el hombre de hoy. En definitiva, «la tentación del hombre moderno consiste en poner su esperanza en él m ism o; en querer demostrar que uno no tiene necesidad de Dios para obrar el bien» 3. No hace fa lta insistir en que esta fe en si m ismo que el moderno ateísmo ha despertado en el hombre ha empeñado a éste en una búsqueda inquieta de los valores humanos. Desde este pun to de vista se han consegu ido indudables éxitos, sobre todo en el análisis existen­ cia ! de la vida. Con un dinam ismo y un afán de a cción envidiables este humanismo nuevo ha sabido descubrir dentro de la estru c­ tura humana muchos valores positivos, a veces un tan to olvidados por nosotros. Desde el lado cristiano deberíamos dar la batalla en este mismo terreno, encam inando nuestra réplica a demostrar que el con cep to de Dios no impide, antes bien ayuda en la obtención y ver­ dadero encuadre de esos pasibles valores. 2. J. L a c r o ix , Le sens de l’atheisme moderne. Tournai 1959, 41. 3. J. Danielou, Espoirs humains espérance chrétienne : Etudes, 284 (1953-1955).

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