PS_NyG_1961v008n002p0223_0242

236 SENTIDODEL PECADOENUNAMORAL SIN DIOS te posibles, sin desequilibrios, para el cristiano. La experiencia de los santos nos dice que el sentim iento creciente de culpabilidad que en éstos se da a medida que profund izan en la intim idad divina, lejos de ser paralizante y angustioso, les empu ja sin cesar a una mayor con fianza y abandono en la m isericordia y bondad de Dios. Y es que si la cu lpabilidad cristianamente entendida, sondea y perturba las profundidades del hombre, es para que este se abra con más con fia n ­ za a la acogida amorosa y m isericordiosa de Cristo. b) El concepto de pecado que supone Hesnard, se presta a c o n ­ fusiones y malentendidos. Poco tiene que ver con ese con cep to el p e ­ cado cristiano y teológicamente considerado. Por lo mismo nada d i­ siparía tantos equívocos com o el estudio p rofund o de la realidad del pecado y de su im pacto en nosotros, desde el pun to de vista del de ­ sarrollo y crecim iento de nuestra personalidad, de nuestra vincu la ­ ción a una comunidad, y sobre todo p o r lo que el pecado supone de ruptura en nuestra intim idad sobrenatural c on Dios. Es cierto que en semejante perspectiva se queda corta y distante la investiga­ ción fenom enológica del psicoanalista francés. c ) Especial atención merecería el problema de la interioridad. En este pun to Hesnard está jugando continuam ente con el equívoco al querer separar, oponiéndolas, una moral subjetiva de la intención , de las morales objetivas del acto. Es evidente que un a cto humano no se concibe independientemente del sujeto, ya que sólo por su in ­ serción en el su jeto, en cuanto querido e inten tado por e l su jeto, es com o adquiere la ca lidad de humano. Por lo demás el m ismo Hesnard reconoce que la intención está por sí misma orientada hacia afuera 10. Siendo así el problema n o está en la distinción entre pensam iento y acción «sino en el interior m ism o del pensam iento, entre todas las formas de narcisismo y la intención auténtica... Y n o hay ya una moral interna y una moral externa, una moral de la intención y una m oral del acto, sino una auténtica culpabilidad interna y una falsa cu lpabilidad interna» 17. d ) La moral concreta, propugnada por Hesnard, queda reducida, en última instancia, a algo meramente human itario y sociológico. Carece de intim idad y es ajena a una preocupación auténticamente religiosa. Por lo mismo habrá siempre un abismo infranqueable entre la caridad cristiana en su doble p royección D ios-criaturas, y esta 16. H esnard , loe. cit., 84. 17. J. L acroix , loe. cit., 90.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz