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VALENTIN DE SOTO 235 Hesnard la que él llama «una moral con creta », polarizada total y ún i­ camente hacia la acción realizada, hacia el acto concreto, único valor que él considera. Si en la h o ra actual el pecador se llena de angustia no tan to por lo que hace, cuan to por lo que se cree que es, —in teriori­ dad— , es preciso liberarle de esa cu lpabilidad interna lanzándole a la acción y desvirtuando el pensam iento. El hombre está orientado h a ­ cia las relaciones con sus semejantes, a la acción interhumana. Por lo m ismo «el fin de la moral es la idea altruista» w. En último térm i­ n o se trataría, según Hesnard, de poner en práctica la auténtica m o ­ ral de Cristo, que es moral de la acción caritativa. En esta moral c o n ­ creta «no habría más que un Mal, el mal realmente com etido, h ech o efectivam ente al hombre. No hab ría más que un B ien : la acción a ca ­ bada con y para el hombre. Esta moral no conocería sino un solo ob ­ jeto, única realidad moral posible: La relación interhumana en perpetuo p erfeccionam ien to: cooperación , soüdaridad, tolerancia, m u ­ tua ayuda, caridad y generosidad, en trega n o a la idea, sino al h om ­ bre» 15. Critica de la moral sin pecado Aunque n o intentamos en esta exposición hacer una refutación de­ tenida de las teorías de Hesnard acerca de la culpabilidad, sí quere­ mos anotar al menos algunos puntos sobre los cuales debería versar una adecuada y decisiva respuesta. a) Es incoherente y erróneo el aplicar al hombre normal el mundo mórbido del psicópata. De este modo se corre el peligro de iden tificar dos modos de ser que, aun rozándose, n o pueden confundirse, so pena de falsear la realidad de las cosas. Es cierto que en muchos cristia ­ nos se dan caracteres de esa cu lpabilidad m órbida descrita p or Hes­ nard. Con todo, el fenóm eno de la auténtica culpabilidad cristiana an ­ te Dios, nada tiene que ver con un estado en ferm izo del psiquismo. De aquí el equívoco de hablar de una moral sin pecado. Si se p reten ­ de luchar con tra la falsa culpabilidad de un sentim iento neurótico, imaginada a veces p or una falsa educación religiosa, nada más a cep ­ table. Pero sería incongruente querer elim inar la auténtica cu lpab ili­ dad cristiana de un pecador fren te a Dios. El sentim iento leal del p e ­ cado y la aceptación del sentim iento de culpabilidad son perfectam en ­ 14. H esnard , loe. cit., 22. 15. Loe. cit., 165.

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