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SENTIDO DEL PECADO EN UNA MORAL SIN DIOS Establecer comparaciones, de alcance h istórico, en tre épocas dis­ tintas resulta siempre peligroso y expuesto a riesgos. Ello se agrava cuando se centra la consideración sobre perspectivas morales. ¿Nues­ tra época, p or ejemplo, es m e jo r o peor que épocas anteriores? Es fácil que por el m ero h e ch o de suscitar su paralelismo entre algo pasado y lo actual uno tienda casi espontáneamente a idealizar el pasado en con tra del presente. Es así com o circu la p or ahí la fir ­ me creencia de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Bastaría para convencerse oír a predicadores y moralistas, observando cóm o frente a un rosado pasado cargan los colores más negros al describir la si­ tuación actual. De todas formas más que investigar si hoy se peca más o menos que en otras épocas, lo que de veras interesa es saber cóm o han evolucionado, en la m entalidad de los hombres, sus c on ­ v icciones con respecto al tema de la moral en general y del pecado. Humanisvio ético Ante todo es preciso analizar un fenóm eno ya antiguo, pero que en nuestro tiempo ha adquirido caracteres nuevos e importancia inn e ­ gable. Me refiero al fenóm eno del ateísmo. Y es que n o se tra ta esta vez meramente de un ateismo práctico, que implique un determ inado comportam iento en la vida. Del p lano intelectual el ateismo ha ido evolucionando al p lano existencial. La característica del moderno ateismo es que se sitúa más allá de toda posible discusión, de forma que Dios h a dejado de ser problema para muchos. Eliminado Dios, resta sólo el hombre, embarcado en un com p lejo h istórico y social en perpetua evolución ; y en torno al hombre y a sus problemas y va ­ lores, es donde se cen tran las inquietudes de muchos pensadores. Diversos factores, que n o es del caso analizar, han con tribu ido a crear esta mentalidad. El hom bre de nuestros días tiene la conv icción , que la experiencia por otra parte corrobora, de que puede tran sfor­ mar la naturaleza, dom inar las fuerzas naturales y cambiar la faz