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ALEJANDRODE VILLALMONTE 193 se vaya para que venga el Paráclito y les revele toda la verdad que El ha recibido del H ijo y del Padre (Jn. 16, 6-15). El Espíritu es lla ­ mado el Don de Dios Padre p or excelencia, culm inación, com plem en ­ to y síntesis de tod o otro don 8. 3. El Espíritu Santo desciende sobre la Iglesia en Pentecostés. En la tarde m isma de la resurrección Cristo glorificado se presenta ante sus discípulos y les comun ica el Espíritu Santo para rem isión de los pecados (Jn. 20, 20-22). Al subir al cielo encargó a los discípulos que n o se apartasen de Jerusalén, sino que esperasen «la promesa del Padre, que de m i habéis escu chado; porque Juan bautizó en agua, pero, vosotros, pasados n o muchos días, seréis bautizados en el Es­ píritu San to..., recibiréis la virtud del Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros» (Act. 1, 4-8). La promesa de Jesús se cumplió a los diez días, cuando el Es­ píritu Santo descendió en form a de lenguas de fuego y se posó sobre cada uno de ellos (Act. 2, 3ss.). Pedro dio testimon io púb lico de que aquello era el cumplim iento de la promesa del Maestro, que «exalta­ do a la diestra de Dios, ha recibido del Padre el prometido Espíritu Santo, y le derramó, según vosotros veis y oís» (Act. 2, 32-33). Como Cristo, ba jo la acción del Espíritu Santo, dio testimon io de la verdad ; así los apóstoles dan también testimon io de la verdad de Cristo: «el Espíritu de Verdad que procede del Padre, El dará testi­ m on io de mí. Y vosotros daréis testimonio, porque desde el princip io estáis conm igo» (Jn. 15, 26). El testimon io de los apóstoles es p ro lon ­ gación del de Cristo y se hace b a jo el impulso del m ism o Espíritu. Los prim eros capítulos de los Hechos nos revelan una com pleta in ti­ m idad entre los Apóstoles y el Espíritu Santo que les guía y aconseja en todos los momentos importantes; para dar testimon io de Jesús, sobre tod o de su resurrección (Act. 2-8). En el e jercicio del apostola­ do (Act. 5, 3). En los nuevos problemas que surgen al ampliarse el círcu lo de los seguidores de Cristo (Act. 6, 1-10; 8; 10). También la actividad m isional de San Pablo está dirigida p or el Espíritu Santo (Act. 13, 25 s.; 16, 7). 8 . Act. 1, 4-8; 2, 14-33.

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