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ALEJANDRODE VILLALMONTE 191 La proclamación ” pública” de Jesús com o Mesías y la inaugura­ ción «oficial» de su actividad mesiánica tiene lugar en el Jordán, cuando Jesús sube a ser bautizado p or Juan. Entonces ” se abrió el cielo y descendió el Espíritu Santo como una paloma sobre El y se oyó del cielo una v o z : Tú eres mi Hijo amado en ti me complazco” *. Esta investidura de Mesías y su proclam ación ante el pueblo hecha desde el cielo, se realiza b a jo la presencia e in fluencia del Espíritu Santo. Inmediatamente «Jesús, lleno del Espíritu Santo, se volvió del Jordán y fue llevado p or el Espíritu al desierto» (Le. 4, 1). En el desarrollo posterior de la obra mesiánica también en con tra ­ mos a Jesús obrando b a jo el impulso que recibe del Espíritu del Pa ­ dre, com o El lo llama con frase delicadamente cariñosa. Los milagros, el poder maravilloso de su palabra ; principalmente su m isión para predicar la Buena Nueva a los pobres y oprim idos es obra en El del Espíritu que le guía y llena : «El Espíritu del Señor está sobre mí, p o r­ que me ungió para evangelizar a los pobres, me envió a predicar a los cautivos la libertad...» (Le. 5, 18). La alegría interior de Jesús y su acción de gracias al Padre pol­ la buena marcha de su actividad mesiánica, culm inan en un m o ­ m en to en que Jesús se experimentó particu larmente lleno de la abun­ dancia del Espíritu: «En aquella hora se sin tió inundado de gozo en el Espíritu Santo y d ijo : Y o te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tie rra ; porque has ocu ltado estas cosas a los sabios y prudentes y las revelaste a los pequeñuelos» 5. La obra mesiánica y salvadora de Jesús entra en su estadio d e fi­ nitivo con la muerte-resurrección. En el m omento de la muerte «en virtud del Espíritu eterno se ofreció a sí m ism o a Dios com o v ícti­ ma inmaculada» (Hb. 9, 14). A la luz de estos textos, sin duda la v o ­ luntad in icial de Jesús que al entrar en el mundo se ofre ce al Padre com o victima por el pecado, (Hb. 10, 5), también se debe a la fuerza impulsiva del Espíritu del Padre. La Resurrección es el acontecimiento, testificado por Dios, que da todo su sentido a la actividad mesián ica de Cristo, incluso a su m is­ ma muerte. Lo que realmente es Jesús y el sentido más hondo, el sentido divino y sa lv ífico de lo que El hace, se revela pública y s o ­ lemnemente en la Resurrección. Pues bien, la resurrección es el a con ­ tecim iento de la vida de Jesús donde el N. T. subraya más la in ter­ vención del Espíritu Santo. En San Pablo la resurrección de Jesús es atribuida en form a especial al Espíritu Santo. Es un acto totalm ente 4. Me. 1, 10-11. Cfr. Le. 3, 21-22 y Mt. 3, 16-17. 5. Le 10, 21-24 Cfr. M t. 11, 25-30.

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