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1 9 0 LA CONFIRMACION, SACRAMENTO DEL ESPIRITU y acción, crea Dios todas las cosas 2. En form a destacada el Espíritu del Señor, su fuerza y su acción desbordante se man ifiesta en la unción de los sacerdotes, de los reyes y de los profetas 3. La perfección de la institución real, sacerdotal y p ro fè tica se encuentra en el Siervo de Yavé, el Mesías, sobre el cual, por ello mismo, desciende la plenitud del Espíritu del Señor (Ls. 11, ls.). Al venir el Mesías al mundo el Espíritu Santo llena todo su ser y su actividad mesiánica a lo largo de su vida. Y hasta el fin de los siglos el Espíritu es la Promesa, y el Don mesián ico por excelencia. A) El Espíritu llena a Cristo y su obra mesiánica. El N. T. nos presentan los m om en tos cumbres de la vida y de la obra mesiánica de Jesús llenos de la presencia e in fluencia del Espíritu. Su nombre p r o ­ p io es el de «Ungido» y consagrado por la sobreabundancia del Espí­ ritu del Señor. En la vida entera de Jesús todo se realizó a impulsos del Espíritu del Padre. Su vida interior en continuada aspiración hacia el Padre, así com o su actividad portentosa a los o jos del pueblo, igualmente la inm ensa decisión y fortaleza con que se entrega Jesús a su obra m e ­ siánica, —m ovido de un inmenso amor al Padre y a los hombres— , todo ello aparece en las páginas del N. T. realizado ba jo la fuerza impulsora que Jesús recibe del Espíritu que procede del Padre. Je­ sucristo no vino al mundo ún icamente para realizar El su m isión personal por mandato del Padre, sino también y en form a principa lí­ sima para preparar la ven ida del Espíritu Santo. La vida h istórica de Cristo fue un preludio para el advenim iento del Espíritu Santo. Jesús, el Ungido por excelencia, es también el Profeta del Espíritu Santo. San Lucas, el evangelista del Espíritu Santo, tiene especial in te ­ rés en resaltar que, ya desde su concepción en el seno virginal de María, Jesús se encuentra ba jo el impulso del Espíritu y totalm ente dom inado por su fuerza. ”El Espíritu Santo vendrá sobre ti, dice el ángel a María, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” (Le. 1, 35). Si estas palabras se leen según sus resonancias v iejotesta - mentarias n o se encontraría aquí más que una referencia a la «fu e r­ za activa de Dios», al «dedo de Dios», al Espíritu de Yavé. Pero le í­ das las palabras desde la revelación posterior del N. T. y desde las ideas de Lucas acerca del Espíritu, la intención de aludir al Espíritu Santo es del todo clara. 2. Gen. 1, 2; Job, 26, 13; 33, 4; Sab. 12, 1; 2 Mac. 3, 24; Ez. 3, 12. 3. Oír. W. Eugen, fuentes de santificación, 73-85.

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