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ALEJANDRODE VILLALMONTE 189 En la vida intratrin itaria se nos presenta el Espíritu dando la plenitud, el último com plem ento a la difusión de la vida que va del Padre al H ijo y del H ijo al Padre. Y precisamente en ambos instantes sólo es completa en la med ida en que d ice referencia al Espíritu. Ya que el Padre cuando da amorosamente todo su ser al H ijo, lo hace —-por decirlo asi—<con la intención de llegar a la donación de amor que es el Espíritu Santo. E igualmente el H ijo cuando lo recibe y cuando lo revierte hacia el Padre, —en acto de amor in fin ito— to ­ do el amor que recibe, lo hace dando todo su ser amorosamente al Espíritu Santo. En el Espíritu el Padre y el H ijo se encuentran en una com un ica ­ ción de amor in fin ita y sobreabundante y se abrazan en efusión y p le­ nitud. El Espíritu es la flor y el perfume de la vida de amor del Pa ­ dre y del H ijo, com o es la flo r y pun to culm inante de su espiritualidad. La plen itud del darse y del entregarse es lo prop io del Espíritu en el seno de la Fam ilia de las tres personas divinas. El Espíritu lleva la vida trinitaria a su p lena realización en su m ismo carácter p e r­ sonal de «comp lem ento de la Trin idad». El, finalmente, es el que lleva la última perfe cción a tod o lo divino en el seno de la Trin idad y por eso también es la plen itud de todo lo que Dios hace fuera de sí. El h ech o de que al Espíritu se le llame p o r excelencia «SANTO», ha ce alusión a este m ismo carácter de plenitud, de complem ento que el Espíritu pone en todo lo divino, desde la vida trinitaria hasta sus últimas comun icaciones en la creación . En e fecto, lo ’’santo” es lo que pone el sello de lo divino, a todos los demás atributos y acciones de Dios. El Espíritu Santo es la plen itud divina hacia dentro, en el seno de la Trin idad y por ello m ismo es también la plenitud d ivina hacia a fu e ra : en el Espíritu logra la Divinidad su última plenitud interior y su primer impulso hacia afuera, a la com un icación de la sobreabun­ dancia de su vida. 2. La plenitud del Espíritu Santo desciende sobre Cristo y le llena de gracia y de verdad. El Espíritu Santo, además de ser una persona divina distinta del Padre y del H ijo, en su ser personal expresa la plen itud sobreabun­ dante del ser y dinam ismo de la Divinidad, tan to en el recin to de la Trinidad, com o en las com un icaciones ha cia las creaturas. Y a en el A. T., cuando se quiere resaltar la plenitud con que actúa en el mundo la fuerza d ivina se h a ce referencia directa al Espíritu del Señor. Con su Espíritu, es decir, en la plen itud de su voluntad, poder

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