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216 LA CONFIRMACION, SACRAMENTO DEL ESPIRITU les practican la caridad fraterna, se reúnen para la fra cción del pan ; llevan vida de comunidad de bienes; frecuentan el templo para h a ­ cer oración. Esta vida era un «testimonio» ya que c on ella alababan a Dios y provocaban la adm iración del pueblo (Act. 2, 42s.; 4, 32ss.; 5, 12ss.). Constituidos en nuevo pueblo sacerdotal por la con firm ación , San Pedro recuerda a todos los cristianos la obligación que tienen de dar «testimonio» y pregonar la gloria de Dios entre los paganos por m ed io de una vida santa (I Pet. 2, 4. 25). La vida ed ifican te, irrepren ­ sible de la mu jer cristiana debe tener una m isión de apostolado a fin de que «el que n o cree a la Palabra sea llevado a creer sin palabras, por la condu cta de su mu jer» (I Pet. 3, 1-6). En los escritos del N. T., podemos recoger testimonios del apos­ tolado y actividad en la propagación del Reino de Dios eje rcida por creyentes n o pertenecientes a la jerarquía, por simples cristianos que habían recibido la infusión del Espíritu. Los helenistas compañeros de Esteban (Act. 11, 19 ss.). Aquila y Priscila y Apolo (Act. 18, 24-28). San Pablo nos habla de la ayuda que le prestaban en su apostolado muchos creyentes que n o tenemos m otivos para pensar que p erte­ neciesen a la jerarquía. (Rom . 16, 8-13). El testimonio por excelen ­ cia, el martirio, también en tra dentro de las perspectivas apostólicas de los primeros cristianos: I Pet. 3, 17ss.; 4, 12ss. Apoc. 20, 4. En la pastoral actual se habla a veces del «fundam ento sa cra ­ mental» del apostolado de los seglares. Hay un fundam ento teoló­ g ico para esta a firm ación y es este : por efecto del sacram en to de la con firm ación todo cristiano participa de la dignidad p rofètica de Cristo y de la Iglesia y p or e llo está ordenado y capacitado para p ro ­ pagar «ex o fficio » el Reino de Dios en el mundo, un ido a Cristo, a los Apóstoles y a la Iglesia jerárquica. I I I INDICACIONES PASTORALES EN TORNO A LA CONFIRMACION Y a hemos advertido al princip io la imprecisión que existe todavía en muchos puntos de la teología con firm a l. Por otra parte, la inqu ie­ tud de los pastores de almas en to rno a este sacramento también va en aumento. El ascenso y prom oción del laicado en la Iglesia exige un estudio más deten ido sobre la con firm a ción y sus e fectos en todo cris­ tiano. Si se quiere que la con firm a ción produzca los frutos esperados en orden a la cura de almas, es del todo necesario que la p rá ctica esté dirigida por una doctrina honda y clara. En realidad nada hay más «práctico» que una buena teoría. Pero al m ism o tiempo, la d o c

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