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ALEJANDRODE VILLALMONTE 215 la cual toda la H istoria de Salud del A. T., culm ina y se abre la His­ toria del N. T. La dignidad de «profeta» en los Doce adquiere una categoría es­ pecial e irrepetible : el «apostolado» en sentido riguroso ; proveniente del hech o de que fueron testigos oculares de todo lo que hizo el Señor Jesús desde el bautismo de Juan y sobre todo testigos de la resurrec­ ción Junto con esto poseían la p len itud de la triple potestad je rá r­ quica y otros carismas sobrenaturales. Pero ello no invalida la a fir­ mación de que el Colegio de los Doce haya de considerarse com o los «profetas» por excelencia del N. T., superiores en dignidad y fu n ­ ciones a los del Antiguo. Ten iendo a la vista estas reflexiones se hace comprensible el que, en el lenguaje teológico actual, ciertos escritores asimilen la función «profètica» (en sentido más amplio de «munus propheticum ») a la fun ción «apostólica», también en sentido amplio. Así podemos dar c o ­ mo equivalentes estas dos fórmu las: fun ción p ro fé tica -fun ción apos­ tólica, siempre que queramos explicar este efe cto particular del ca ­ rácter con firmal. d) La confirmación da a los fieles participación en la dignidad, profètica de Cristo y de los Apóstoles. — Esta afirmación será com ­ prensible si recordamos el proceso que venimos siguiendo con tinua ­ m ente en nuestra teología de la con firm a ción : El Espíritu llena la Humanidad de Cristo, de Cristo se difunde a los Doce — a la Iglesia— el d ía de Pentecostés, y luego p o r la con firm a ción , la imposición de manos, se derrama en cada bautizado. Esta «plenitud profètica», será sólo uno de los aspectos de la dignidad mesiánica con que el Espíritu unge a cada fiel y le hace partícipe de la dignidad del Ungido por excelencia: Jesús de Nazaret. Todo lo que anteriormente hemos d icho sobre la m isión de «testigos que recibe el con firm ado tiene su p lena aplicación en este m om en to; ya que la m isión p rofètica es, en primer térm ino, m isión de «testim o­ n io» sobre los designios de Dios en la Historia de Salud. El «testimon io p rofètico» sobre la resurrección de Cristo y sobre toda la salvación que Dios nos dona en El, lo dan los Apóstoles. Pero ya sabemos que la fuerza para ser testigos se com un ica a todos los fieles por la imposición de manos. Su m isión «profètica» de p rego­ neros de la gloria de Dios y propagadores del Reino la cumplen los fieles con firm ados en formas diversas. Como e fecto del Don de Pentecostés com un icado a ellos, los fie ­ 43. Act. 1. 21-22; 2, 32; 10, 39-41; I Cor. 15, 1-9; 13, 31; 3, 15; 4, 20; 5, 32.

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