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ALEJANDRODE VILLALMONTE 213 de actuación del Don de Pentecostés que se nos da para la dureza v energía de la lucha espiritual. 4. La confirmación confiere mayor participación en la dignidad ’’profètica” de Cristo. No necesitam os repetir los argumentos para demostrar el hecho de que el con firm ado participa de la dignidad «profètica» de Cristo. De la triple fun ción m esián ica de Cristo sacerdote-rey -p rofeta , tal vez sea la función «profètica» la que h a sido más estudiada con r e fe rencia al carácter con firmal. Desgraciadamente no podemos hablar de este tema tan interesante más que en form a muy esquemática. a) Significado de la dignidad profètica. — Según la Biblia para que alguien pueda presentarse com o «profeta» ha de llevar, en primer lugar, la misión divina. Esta llamada divina es esencial y decisiva. Por su vocación en tra en íntim a comun icación con Dios, adquiere una es pecie de «pathos d ivino». Expresión externa de la llamada, y de la p re sencia de la Divinidad es la consagración o unción sagrada para el m i nisterio p rofètico. Con la unción se le com un ica el Espíritu de Yavé. Unido a Dios com o su instrumento y su «siervo» el p ro feta es «re velador» de los secretos de D ios: bo ca de Dios. Mediante el p rofeta com un ica Dios a los hombres sus planes de salvación y de perd ición ; el sentido de toda la h istoria sagrada pasada, presente y futura. En este sentido el p rofe ta es también «testigo» autorizado p or Dios. Y esto en el sentido más fuerte de la palabra. Porque el p rofe ta n o es sólo «revelador» y pregonero de un mensaje de salvación, debe ser también m á rtir: su destino es morir por la verdad pregonada. Así aparece en los profetas del A. T., hasta culm inar en el máximo p r o feta, el Siervo de Yavé S7. b) Cristo es la culminación del profetismo. —■En el N. T., Jesús aparece n o sólo com o p rofeta, sino com o el P rofeta por excelencia, la cu lm inación del profetism o 33. La actividad p ro fètica de Jesús coincide del todo con su función de pred icador del Reino de D ios; con su actividad magisterial; con 37. Sobre el profetisino del A. T. cfr. Th. C. Vriezen, Theologie des A. T. in Gundzüge, Neukirchen, 219-225. W. Eichrodt, Theologie des Alten Testaments, Göttingen, 1957. I, 190-263. 38. Act. 3, 22-26. Sobre Jesús «Profeta» cfr. O. Cullmann, Die Christologie des Neuen Testaments, Tübingen, 1957, 11-49.
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