PS_NyG_1961v008n002p0185_0221

212 LA CONFIRMACION, SACRAMENTO DEL ESPIRITU íntima relación y completa lo que ya dijim os antes de la m isión de ’’testigo” de muerte-resurrección de Cristo que por el Don de Pen te ­ costés incumbe a todo cristiano. El ser «testigo» en su sentido más denso y amplio incluye la triple tarea mencionada de profesar, de­ fender y propagar el Reino de Dios, según las circunstancias lo exijan. c) La vocación al martirio. — En relación interna y próxima con la función de «testigo», está la vocación que todo con firm ado recibe para el testimonio por ex ce len cia : para el martirio, en que el «testigo» cumple su m isión con la máxima intensidad, solemn idad y dram a ­ tismo, dando la vida por la fe. Por el bautismo recibe ya el cristiano la llamada de Dios para el martirio. Hay una relación intrínseca y profunda entre el bautismo de agua y el bautismo de sangre : ambos reciben su fuerza del bau ­ tismo de sangre de Jesús, en la Cruz (m u erte+ resu rre cción ) 36. La con firm ación imprime una característica nueva en esta v o c a ­ ción cristiana al martirio. El bautizado ha de defender e l R eino de Dios hasta con su san g re ; pero la defensa tiene un aspecto más p e r­ sona l: defiende la vida de Dios dentro de sí m ismo, su prop ia vida cristiana atacada. En cam b io cuando el m artirio tiene ca rá cter de defensa pública del R eino de D ios y en cuanto es tal defensa pública, viene exigido por la con firm ación . Como Cristo-Rey peleó con los poderes del mal hasta la Cruz, así debe hacerlo el cristiano-rey por impulso de la fuerza sobrenatural que le com un ica la con firm ación . El hech o de que el martirio sea una con fesión pública y extremada­ mente d ifícil de la fe,y que exige la máxima fortaleza, hace que la gracia del martirio —e n cuan to viene p or vía sacramental— se c o ­ munique al cristiano plenamente en la con firm ación . Convendría tener en cuen ta que en todo este lenguaje de «d ign i- da regia», m ilicia cristiana, martirio, no hay que dejarse llevar de la im aginación y figurarse que el con firm ado tiene una m isión «su­ blime» en el sentido literario de la palabra. Nada de heroísm o espec­ tacu lar y llamativo. No abusemos de las grandes palabras. La mayor parte de los con firm ados han de exhibir su «testimon io», doloroso y abnegado, en la oscuridad y m onoton ía de la vida cotid iana P racti­ caron el heroísm o cristiano los mártires de la «leyenda d o ra d a »; pero también los oscuros enclaustrados con fesores y el cristiano sencillo que da testimonio de Cristo en el trabajo de cada día, fastidioso y sin brillo. También aquí hay «heroicidad cristiana» y por tanto campo 36. Cfr. A. de V illalmonte , El sacramento del bautismo, 54.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz