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ALEJANDRODE VILLALMONTE 211 tin icón que el lenguaje com ún establece entre el «soldado» (y más aún el «caballero» en sentido clásico) y el simple ciudadano. El simple ciu ­ dadano, cuando se le contrapone al soldado, nos sugiere la idea del hombre que ha de preocuparse del bien común, pero no lo hace ex o f- ficio, ni con la m isma intensidad n i tan directamente, ya que el ciu ­ dadano «privado» colabora al bien común en cuanto increm enta su p rop io bien y a través del p rop io bien que él incrementa. En cambio, el «soldado» está directamente, en forma prevalente y ex officio de­ dicado al bien común de la patria y especialmente en los momentos de guerra, en que la vida es d ifícil y la existencia de la sociedad está en peligro. O también cuando se dedica a la conquista de nuevos te ­ rritorios con anhelo de incrementar la grandeza material de la patria. A través de esta analogía reincidimos de nuevo en la idea básica de toda la teología con firm a l: la con firm a ción con fiere la plenitud del Espíritu Santo. Como consecuencia de esta «plenitud» (sacram en ­ tal y relativa), según sabemos , el bautizado se siente «fuerte» para dar testimonio público y en circunstancias en que se exige especial intrepidez y fortaleza. Como consecuencia de esta incorporación a la «milicia espiritual», la vida del bautizado logra nuevas tareas y responsabilidades. Respecto a su prop ia vida personal al bautizado, al ser constituido oficialmente soldado — caballero— defensor de la fe, se le exige que él m ismo posea esa fe con mayor p erfección y solidez. Para ello la gra ­ cia de la con firm a ción y el carácter con firm a l le dan derecho de­ lante de Dios a los auxilios necesarios, en todo orden de cosas. El ser oficialm ente defensor de la fe implica el con fesarla públi­ camente, con valentía y sin miedo. No avergonzarse de la Cruz de Cristo, según fórmu la tradicional. La profesión de fe en la C ruz-R e­ surrección de Cristo es la base de toda otra con fesión púb lica ; ya que es el m isterio más d ifícil de creer para la inteligencia humana. La Cruz es escánda lo para los jud íos e insensatez para los griegos. El soldado de Cristo tiene también la misión de defender la reli­ gión cristiana que profesa. Naturalmente, la defensa se ha de hacer por medios estrictamente espirituales y en el campo de lo religioso. Finalmente, el con firm ado debe tom ar con ciencia de la obligación que tiene de propagar el R eino de D ios; encuadrado com o está den ­ tro de la Iglesia, participa, a su m odo y en su grado, de la m isión que Cristo trasm itió a la Iglesia entera de instaurar en el mundo el R ei­ no del Padre. La Iglesia hace perenne en el mundo la obra mesián ica de Cristo por medio de la triple potestad jerárqu ica sobre tod o ; pero también mediante la actividad de todos y cada uno de los miembros de la Iglesia. Esta incorporación del con firm ado a la m ilicia espiritual está en

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