PS_NyG_1961v008n002p0185_0221

ALEJANDRODE VILLALMONTE 207 Todo carácter es un signo de distinción y nobleza. Por él el hombre es seleccionado para la aristocracia espiritual que Dios se ha esco­ gido en este m undo: todo el que es sellado con el ca rá cter es con s­ tituido en raza escogida, sacerdocio regio, n ación santa, pueblo de adquisición 27. Finalmente, el carácter, en grados diversos y cualitati­ vamente distintos, extiende a los cristianos la dignidad mesiánica de Cristo sacerdote-rey-p rofeta . La impresión de un nuevo carácter en la con firm a ción es un tes­ tim on io renovado del amor y con fianza inquebrantable de Dios hacia el hombre a quien ha recibido por h ijo suyo en el bautismo. Esta c o n ­ fianza ya la había atestiguado la Trin idad en el bautismo y la había sellado con una consagración imborrable. Pero, ahora, al consagrar­ la de nuevo en la con firm ación , quiere dar a en tender que para la Trinidad, aquel hombre —el con firm ado— tiene una garantía p eren ­ ne de amor, de asistencia providencial, de gracia, en una palabra. Estos sacramentos que nos «consagran» con la impresión de carácter, nos acompañan todo a lo largo de nuestra vida y su in flu jo benéfico va m u cho más allá del d ía en que fuimos con firm ados (—bautizados u ordenados— ) hasta la m isma gloria. Prenda visible y sello público da esta con fianza, m isericordia, y cu idado paternal de Dios —que es más grande que nuestro corazón (I Jn. 3, 20)—•es el h e ch o de que, después de habernos acogido en la fam ilia divina p or el bautismo, la c o n fir ­ mación estrecha más nuestra incorporación a Cristo y nos lleva a la madurez sacramental de la vida cristiana. Esta mayor vincu lación a Cristo y a la Trin idad implica una más esmerada asistencia p or p a r­ te de Dios, mayor abundancia de auxilios espirituales para llevar nuestra responsabilidad de con firm ados. Y porque participam os más hondam ente en la dign idad mesiánica de Cristo, toda nuestra activi­ dad religiosa-cristiana recibe nueva dignidad y valor ante la Trinidad. Entre los Padres se encuentran frecuentes testimonios de esta d ig ­ nidad sacerdotal, regia y p ro fè tica de los con firm ados. «La señal de la cruz h a hech o reyes a todos los regenerados en Cristo, y la un ­ ción del Espíritu Santo los consagra sacerdotes», dice San León 28. A ludiendo al texto de San Pedro I, 2, 9 25. En el p refacio de la con sa ­ gración del crisma en el Jueves Santo pide el obispo a Dios que los que hayan de ser ungidos con ese crism a : «reciban el honor sacerdotal, p rofè tico y regio y con ello sean revestidos de un don incorruptible». 27. Ex. 19, 5-6; I Pet. 2, 2, 10; Apoc. 5, 9-10; 1-6. 28. Sermo de Natali, 4. MI. 45, 149. 29. Recogen numerosos testimonios de la Tradición, Y. M. J. Congar, Jalons pour une Théologie du laical, Paris, 1953. P. Dabin, Le sacerdoce Royal des fideles dans la Tradition ancienne et moderne, Bruxelles, 1950.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz