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ALEJANDRODE VILLALMONXE 205 los creyentes (Jn. 15, 26-27). Realizada la ven ida de Pentecostés, los primeros cap. de los Actos aparecen llenos del «testimonio» que los apóstoles daban de la resurrección de Jesús ba jo el impulso de la plenitud del Espíritu. Después de explicar el fenóm eno de la d ifu ­ sión del Espíritu, San Pedro añade: «a este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual nosotros somos testigos. Exaltado a la diestra de Dios y recibida del Padre la promesa del Espíritu (el Espíritu prometido) lo derramó, según vosotros veis y oís» 20. Y , com o sabemos, el don de Pen ­ tecostés no queda lim itado a solos los D o ce : el Espíritu se derrama sobre toda carne, particu larmente y en form a específica p or la im ­ posición de manos» 2I. Las ceremonias litúrgicas c o n que actualmente se adm inistra la con firm a ción aluden reiteradamente a este e fe cto de dar testimonio —púb lico y valeroso—» de la fe que se h a profesado. En el ambiente cultural en que fueron instituidos estos signos, el aceite era utiliza­ do para ungir el cuerpo y darlo agilidad, flexibilidad, fortaleza y ro ­ bustez. Especialmente se quiere aludir a la prá ctica de los atletas que mediante la unción se preparaban pa ra entrar en combate. Particu ­ larmente el aceite oloroso y balsám ico es símbolo de vitalidad, el b ie­ nestar, la alegría expansiva, la vida que se com un ica y difunde. T e ­ n iendo en cuenta esta sign ificación natural, se comprende que en los pueblos de la cuenca del mediterráneo el aceite balsám ico y el óleo hayan llegado a ser símbolo de la Divinidad y de su comun icación benéfica. Los hombres y las cosas son ungidos con óleo para oficios, funciones y usos sagrados. Ser ungido era —en el lenguaje r e lig io s o - en trar en la esfera de lo divino, participando de su dignidad, de su fuerza. Santo Tomás resume este simbolismo del aceite balsámico diciendo que la gracia del Espíritu Santo es simbolizada p or el óleo. Por eso Cristo se d ice que fue ungido c on óleo de alegría, p o r la p le ­ nitud del Espíritu que le fue comun icado. La materia de este sacra­ mento es el aceite balsám ico, que p o r su buen olor se comun ica a los demás 22; haciendo al con firm ado buen olor de Cristo, es d ecir: buen testimon io de Cristo según dice San Pablo (2 C. 2, 15). El h ech o de que se signe al confirmado en la frente también tiene este sentido sim bólico de in fundir valor para con fesar a Cristo sin ruborizarse. Y a que, según interpreta este rito San Buenaventura, el m iedo y el son ro jo aparecen en la ca ra y en la frente. Por eso se le signa al cristiano en la frente, para que n o se avergüence de c o n fe ­ 20. Act. 2, 32-33. Oír. Act. 4. 33; 3, 15; 5, 30-32. 21. Act. 2, 14-36; 4, 31; 5. 32; 8, 14-25; 10, 44-48; 19, 1-6. 22. Summa, n i, q. 72, a. 2, resp.

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