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204 LA CONFIRMACION, SACRAMENTO DEL ESPIRITU 3. En el hombre con firm ado que recibe el sacramento, quiere de­ cir («sacram en tal») que por él adquiere una mayor obligación y res­ ponsabilidad en orden a vivir para Dios en Jesucristo y ba jo el im ­ pulso del Espíritu. Igualmente una mayor vincu lación a la Iglesia, ya que explícitamente se le ha ordenado a trabajar en el bisn común de la misma, en form a más directa y cla ra que en el bautismo. 6. Por la confirmación el Espíritu constituye al cristiano en ’’testigo” de la fe de Cristo. Este e fe cto de la con firm ación está en íntima dependencia de los ya estudiados. Dependencia intrínseca y com o «ex natura r e í» : el ser testigo de una verdad supone que se la posee con seguridad, con plenitud, con responsabilidad formal y en disposición de afirmarla delante de otros... Por otra parte, si nos fijam os en el m odo y m om ento en que la con firm a ción aparece en la Historia de salud, también se observa esta conexión de la con firm a ción c on el dar testimonio. El más visible de todos los efe ctos que el don de Pentecostés p rodu jo en los após­ toles y luego en los fieles, fue el darles fuerza para testificar va lien te­ mente, en público, la resurrección de Jesús y todo lo que lleva impli­ cado es decir, toda la religión cristiana : «Los apóstoles atestiguaban con gran poder la Resurrección del Señor Jesús y todos los fieles g o ­ zaban de gran estima» (Act. 4, 33; 3, 15). El h e ch o de que la con firm a ción — la infusión del Espíritu Santo— lleve consigo el constituir a los fieles en «testigos», es el más visible y el más claramente expresado de los efectos de este sacramento. El concilio Florentino dice que «el e fe cto de este sacram en to es darnos el Espíritu Santo para forta leza ; com o se les dio a los após­ toles en Pentecostés; es decir para que el cristiano con fiese va liente­ m ente el nombre de Cristo» M. En el Nuevo Testamento también está su ficientem ente clara esta idea de la venida del Espíritu para que los apóstoles y los fieles sean «testigos» de la revelación de Cristo. Así lo hab ía prom etido Jesús antes de ser levantado a los cielos: «vosotros daréis testimon io de esto, pues yo os envío la promesa de m i Padre» (Le. 24, 48-49). Con mayor amplitud se reitera la idea en los Act. 1, 4-8. Según San Juan la m isión específica del Paráclito es dar testimon io y hacer que, ba jo su impulso, den testimon io de Jesús 19. Denzinger, Enchiridion Symbolorum, nr. 697.

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