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202 LA CONFIRMACION, SACRAMENTO DEL ESPIRITU Esta com paración con Cristo nos ayuda a entender el sentido de la madurez espiritual que, por vía sacramental, nos confiere la c on ­ firmación. El Espíritu Santo fue quien impulsó a Cristo para la obra mesiánica, el que le proclam ó en el Bautismo y le manten ía con tinua ­ mente en acción. Podemos decir que fue El quien proclam ó su madurez espiritual, su adultez y llevó al máximo el desarrollo de la personalidad mesián ica de Cristo, proclam ando todas estas cosas ante el público. Algo similar hace el Espíritu que se con fiere al cristiano en la c o n fir ­ m a ción : es proclam ado y presentado ante Dios y ante la Iglesia c o ­ m o hombre maduro en la vida espiritual, capacitado y ordenado a in flu ir con su acción en el manten im iento, defensa y propagación pública del Reino de Dios. También la comparación del con firm ado con la Iglesia de Pen te­ costés, puede ayudarnos a comprender lo que sign ifica la «adultez espiritual» que le con fiere este sacramento. En e fecto, la Iglesia h a ­ bía com enzado a existir, germ inalmente, con la pred icación y obra mesiánica de Jesús, pero sobre todo con su muerte en la Cruz. Nuevo impulso h a cia su crecim ien to y form ación interna la recibe con la Resurrección de Cristo y la acción de Cristo glorificado que con fiere los poderes públicos al Colegio apostólico. El día de la ascensión la Iglesia podía considerarse form ada en el sentido de que ya poseía todos los elementos y estaba internam ente articulada, en posesión de todos los elementos de vida. Durante todos estos acontecim ientos de la Historia sagrada, se form a hacia sí misma y se incrementa en orden a su prop ia vida interna. El día de Pentecostés, con la efusión del Espíritu Santo, la Ig le­ sia llega a la «plenitud» de su formación , a su madurez-adultez y p lena personalidad espiritual; y com o consecuencia y signo exter­ no de tal madurez-plenitud, com ienza a tom ar con ciencia de sí m is­ ma com o tal Iglesia, a sentirse com o una realidad social distinta, lla ­ mada a actuar, a in flu ir y transform ar el m undo : signos de madu ­ rez... El cristiano recibe el don de Pentecostés por la con firm a ción y para efectos similares. Así comprendemos la a firm ación de que por este sacram ento llegamos a la madurez de la vida cristiana, en cuanto esta es lograda por vía sacramental. Hablamos de la madurez sacra­ mental del germen depositado en nosotros por el bautismo, para d i­ ferenciarla de la madurez y perfección que pueda conseguirse por el esfuerzo ascético. Se trata aquí de una prom oción a un grado de vida espiritual más elevado en sí m ismo y con nueva exigencia para una elevación y perfeccionam ien to ascético correspondiente. Podría ponerse el ejemp lo del estado episcopal...., y el seglar. Los

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